A lo largo de los diez o doce
últimos meses hemos venido oyendo, cada vez con más
frecuencia, esa cantinela del cambio climático, de la subida
de los mares, de la ruptura de los hielos milenarios del
Ártico y de la Antártida, y poco menos que se nos quería
hacer ver que en pocas semanas todo iba a cambiar
drásticamente.
Afortunadamente nada de eso ha pasado y en nuestras tierras
se mantienen las temperaturas que había hace 20 años,
dependiendo de los años, es cierto, pero sin una drástica
alternancia.
Es más, cuando se hablaba de que las aguas se iban retirando
un poco más cada año, nos hemos encontrado con que la
primavera pasada, y especialmente el final de abril y el mes
de mayo han sido más lluviosos que nunca, y cuando se decía
que las temperaturas subirían bastante, una media de 2 0 3
grados más, nos hemos encontrado con un mes de junio normal,
más bien con temperaturas más bajas que hace uno o dos años,
y una primera quincena de julio sin ningún tipo de calor,
con lo que a más de uno, en mi tierra castellana,
especialmente entre aquellos que están constantemente en el
campo, le he oído decir:” este año el verano se nos está
marchando sin que llegue el calor”.
Al final, no podía ser de otra forma, el calor ha llegado, y
de qué manera. Bueno, como es habitual en estas fechas,
especialmente en tierras andaluzas, extremeñas o en la
mismísima Castilla La Mancha, sin ir más lejos.
Tardó en llegar el calor, pero en la semana del Carmen, y de
esto se sabe bastante en la terminología popular, llegó de
verdad esa temperatura que va a tono con la época de la
siega y de la recolección de las mieses en tierras
castellanas.
¿Significa esto que todo está igual?. No queremos
contradecir a los científicos, que por algo lo son y saben
más que los que somos simples profanos en la materia, pero
lo que no hemos creído y vamos a seguir sin creer es que en
cuatro años vamos a pasar de la estructura actual a una
totalmente distinta en el planeta.
En repetidas ocasiones, en nuestras clases, hemos hablado de
ciertas corrientes migratorias, 20 o 30 siglos antes de
nuestra era y las hemos achacado a un período de
glaciaciones en el centro, o mejor dicho el norte, de
Europa. Ahora bien, nunca se nos ocurriría decir que esas
glaciaciones se dieron en un invierno o en un otoño
prolongado. Siempre hablaremos de siglos y siglos, cuando
menos.
Por ello, aunque ahora parece que el tiempo corre un poco
más, si es que llega ese cambio, tendrán que pasar más de
una y más de dos generaciones para se pueda apreciar de
verdad.
Hasta tanto, al verano lo vamos a seguir llamando verano y
en el hemisferio en que habitamos, el mes de enero, el de
diciembre y el de febrero serán fríos como lo han venido
siendo, en tanto que entre el10 de julio y el 12 de agosto
hará el calor suficiente para la siega de los trigos y
ninguno de los que estén en esas faenas, con cosechadoras,
tractores y demás, van a pasar frío durante la recolección,
como no lo pasaron, en su tiempo, cualquiera de mis
antepasados cuando segaban con la hoz, que es lo que se
llevaba entonces.
Y el exceso de calor, ya se sabía, hizo los estragos que
eran previsibles cuando no se tuvieron las precauciones
debidas. Pase el tiempo que pase, la naturaleza tiene su
fuerza, el hombre, por su parte, debe seguir teniendo
inteligencia, guardando y protegiendo lo que él tiene, sin
imponerse a fuerzas superiores.
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