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OPINIÓN - VIERNES, 25 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Facultad de inventar
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

A medida que avanza agosto, uno ve que la fuerza del ingenio, perdonen la presunción, se le va acabando. Y es que la facultad de inventar cosas con facilidad, debido a la escasez de noticias durante la canícula, también tiene su límite cuando se opina en una ciudad pequeña y donde pocas son las personas que despiertan interés cuando se escribe sobre ellas.

Bien es cierto que podría ahondar en algunos asuntos ya reseñados y hasta podría adentrarme en otras cuestiones que están en sus comienzos y que darán mucho que hablar en cuanto la fiesta del verano vaya languideciendo. Mas siempre será mejor dejarlas germinar. Tampoco es menos cierto que si quisiera, echando mano de la maña que del oficio he ido adquiriendo con el transcurrir del tiempo, nada me impediría hacer desfilar por esta pasarela a quienes arden en deseos de hacerlo.

Son los que se mueren de ganas de que se les luzca en los medios, mientras no cesan de postularse como hermanos mayores de la humildad. Los tales pertenecen a la casta de los hipócritas. De quienes Quevedo decía que se ganaban el infierno con sus trabajos en la tierra.

Mentiría si no dijera que escribiendo de fútbol seguro que serían muchos los lectores que ganaría para mi causa. Y así podría seguir enumerando posibilidades para decirles que a mí la escasez de noticias locales, no me han arredrado nunca y, desde luego, mucho menos ahora, para poder opinar diariamente.

Por más que el verano invite a la pereza. De la que huyo. Puesto que un hombre perezoso es como un reloj sin cuerda. Lo dijo Balmes: a quien juro haber leído sin dar una sola cabezada. Y me ufano de ello, públicamente, a ver si sale alguien solicitando para mí un diploma. Por haber pasado la prueba, dura como el pedernal, de no ser ni desdeñoso ni vago leyendo la filosofía del cura catalán.

Eso sí: el diploma sólo lo aceptaría si me lo entregara Juan Vivas y en el salón del Trono. Lo cual colmaría todas mis apetencias presentes y futuras. ¡Qué gustazo sería oír de boca del presidente de la Ciudad más o menos lo que sigue!: “Se le concede este diploma a Manolo de la Torre por haber demostrado una capacidad de aguante enorme como lector de mamotretos y tochos voluminosos; se le concede este diploma a Manolo de la Torre porque me consta que lee todos los días a Carmen Echarri, sin tan siquiera sufrir el acoso de los bostezos; se le concede este diploma a Manolo de la Torre, aunque en ocasiones sería conveniente que nos volviera a hablar de Casillas, por la voluntad de sacrificio que viene demostrando al leerse el ‘Dardo de los jueves’ del indecible Aróstegui y responderle en un santiamén. Se le hace entrega a Manolo...”.

Y a mí, créanme, el discurso repetitivo del presidente me haría un bien inconmensurable. Tanto, de verdad de la buena, que a buen seguro me serviría de terapia para calmar mis momentos de ira. Sobre todo cuando me percato de que a veces me hallo en sitio equivocado y rodeado por comediantes que sólo gustan de oír lo que les conviene.

Vuelvo a la realidad: esta mañana me han dicho que al José Benoliel están llegando montones de carpetas que van siendo almacenadas en un cuarto oscuro. Seguro que cuando se lo cuente a quienes yo sé, salen diciendo que tengo fijación con el asunto.
 

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