Americanos, vienen a España guapos
y sanos, viva el tronío de ese gran pueblo con poderío, olé
Virginia y Michigan y viva Texas, que no está mal, os
recibimos americanos con alegría, olé mi madre, olé mi
suegra y olé mi tía”. Ceuta, mi Ciudad Querida, no es
obviamente Villar del Río ni siquiera Guadalix de la Sierra,
donde Luis García Berlanga filmó en 1953 aquella genial
comedia satírica y mordaz, vestida de costumbrismo, logrando
una habilísima crítica soterrada de la España de la época
gracias a un sutil guión de Miguel Mihura y Juan Antonio
Bardem al que pusieron cara y voz, entre otros, Pepe Isbert,
Manolo Morán y Lolita Sevilla. Me estoy refiriendo,
naturalmente, a “Bienvenido, Míster Marshall”, emblemática
película cargada de premios en el Festival Internacional de
Cine de Cannes: “Los yanquis han venido, olé salero, con mil
regalos y a las niñas bonitas van a obsequiarlas con
aeroplanos, con aeroplanos de chorro libre que corta el aire
y también rascacielos, bien conservaos en frigidaire”.
Viene esto a cuento para adornar la visita a la ciudad,
ayer, de una representante de la embajada norteamericana en
Madrid, que por cierto no acaba de poner ni el fuero ni el
huevo en el tema que nos ocupa, a saber el espinoso asunto
de los jóvenes S.J. y D.I. que pueden ustedes releer en las
columnas de los días 15 y 16 de este mes: “Galerna
diplomática sobre Ceuta”. Los dos afectados han mantenido
ayer a medio día una importante reunión en la cafetería de
un hotel sito en una céntrica y africana plaza, a la que por
cierto finalmente no ha acudido la hermana de S.J., abogada
en el Senado de los Estados Unidos, pero en la que pudiera
haberse abordado la forma y el modo en que los dos jóvenes,
presuntamente maltratados por determinados elementos de la
Policía Nacional, eleven una demanda ante las instancias
oportunas. También pudiera ser clave para el esclarecimiento
de la detención de los mismos la información por escrito (y
no solamente oral) de la embajada estadounidense en Madrid.
En fin, templemos gaitas y quedemos a la expectativa
deseando por supuesto que se haga justicia, pero acotando el
desagradable incidente en su justa medida, huyendo de
despropósitos que enturbien el “affaire” sirviendo a otros
intereses. En este enojoso asunto los medios de comunicación
son los primeros que deben hacer gala de profesionalidad,
separando la noticia del comentario y huyendo de
planteamientos llamativos propios de la prensa amarilla.
Volviendo al principio, para canciones aquella que
cantábamos a rito pelado, al ritmo de “Barras y Estrellas”,
en los campamentos de la OJE y el Frente de Juventudes las
filas prietas y marciales de las que llegó a ser jefe de
centuria el entonces camarada y luego compañero “Isidoro”,
Felipe González Márquez, futuro presidente del Gobierno de
España: “Con el Pacto Americano no hay ya nada que temer.
Tomaremos Coca-Cola en vez de tomar café. A la hora de
afeitarme yo me electrificaré y, si la ayuda persiste, a la
Raquel Welch traeré. Para ir a la oficina ya no daré el
madrugón, pues tendremos a la puerta un avión a reacción.
Menos pacto y menos leche menos chiqle y buen café, que la
juventud española buen tintorro ha de beber”. Con tacos de
queso manchego y lonchas de jalufillo, por supuesto. Pues
eso.
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