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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 23 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Decía la sabia de mí abuela, porque nadie dude de que mí abuela era sabia, en esa sabiduría que dan los años y todos los acontecimientos vividos desde que uno abre los ojos al mundo. Bueno, en la época en la que nació la sabia de mí abuela, los niños venían al mundo con los ojos cerrados. Hoy nacen con los ojos abiertos y en eso, que duda cabe, llevan ventaja.

Sin embargo, a pesar de que en aquella época, la de mí abuela, los niños nacían con los ojos cerrados, veían mucho más que los que, hoy día, nacen con los ojos abiertos. Todo ello, pensándolo bien, se debía a que los ojos hay que abrirlos en su momento oportuno.

Aclarada la situación, desde mí personal e intransferible punto de vista, lo que les quería decir referente a la frase de mí abuela es ella, siempre, decía: “en casa de comunidad no demuestres tu habilidad”. Como siempre, que razón llevaba la sabia de mí abuela.

Este problema de “en casa de comunidad no demuestres tu habilidad”, se da mucho en los partidos políticos. En cuanto algunos de sus miembros con cierto mando empieza a mostrar su habilidad en determinados temas, se va creando muchos más problemas de los que le corresponden.

Al principio todos son alabanzas para ese político o política, aquí debe caber lo de miembro y miembra, que está destacando y mostrando todas las habilidades que adornan su persona, solucionado problemas que a otros compañeros les costaría trabajo solucionar, incluso a la hora de tenerse que enfrentarse a la oposición, gracia a sus conocimientos y, sobre todo, a su oratoria. Sus conocimientos sobre determinados temas y su facilidad de palabra para rebatir a los contrarios, les hacen sentirse admirados, recibiendo toda clase de alabanzas.

Pero todo ello, esos conocimientos, esa facilidad de palabra para enfrentarse a los contarios, demostrando en casa de comunidad sus habilidades, a la larga o a la corta, tampoco deberá pasar mucho tiempo, les llevará a que se acaben los halagos y hasta cierta admiración que está despertando entre el pueblo, que empiezan a considerarlo o considerarla, como a alguien con los suficientes conocimientos y preparación, para que un día no muy lejano ocupar un cargo importante dentro de su partido.

Y es ahí, en esos momentos en los que el pueblo empieza a mostrar cierta admiración hacia ese político o política, cuando empieza a fraguarse su tragedia.

Los inútiles, a cuya inutilidad acompaña la envidia, que antes aplaudían y alababan su comportamiento, empiezan a sentirse marginados, comprobando como su carrera política se viene abajo y eso, de ninguna de las maneras, se puede permitir, y menos en para un inútil que tuvo la suerte de que en la tómbola de la vida, le tocará la gorra y el pito con mando.

Esos son los más peligros y de los que se tienen que guardar los políticos y políticas, que empiezan a subir y a sentirse valorados por el pueblo por su bien hacer en las tareas encomendadas. Trataran, por todos los medios a su alcance, los inútiles de turnos, hacerles la vida imposible, denigrarlos sacándoles historias para no dormir y, sobre todo, intentar mandarlos al ostracismo político. Cuidate.
 

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