Ycon buenas relaciones desde hace
muchos años. Me refiero a S.M. el Rey y a Adolfo Suárez.
Los dos, que nadie lo dude, fueron los principales artífices
de la apertura a la democracia; los dos confiaron mutuamente
en lo que se podía hacer, y aunque ciertas “bestias”
aferradas a un pasado caduco y trasnochado, intentaron poner
“palos en las ruedas”, la democracia no se frenó y se llegó
a lo que había que llegar.
Naturalmente nada puede durar siempre, y Adolfo Suárez, un
buen día, harto de los problemas por la izquierda, por la
derecha y, lo peor de todo, dentro de su propio partido,
decidió hacer lo que en este país parece que no tiene
sentido, dimitir, y dimitió acosado por cierta gentuza que
ni quería, ni sabía de qué se trataba el planteamiento del
que había partido.
Después, ya sabemos lo que ha habido, por unas partes y por
las otras, y ahora mismo lo mejor que podemos decir es que
Adolfo Suárez, el hombre con el que se dio el primer paso
hacia la democracia, es bien visto por todos, especialmente
por los que, en su momento, le atacaban desde fuera.
Lo malo de todo esto es que, aunque el ex presidente todavía
vive, su enfermedad, una grave enfermedad degenerativa, no
le permite disfrutar de ese cariño y ese respeto que recibe
de todas partes.
Sabemos que su familia lo adora, además de que está teniendo
el señorío de no reclamar nada de ninguna parte, de lo que
pudieran beneficiarse.
No hay noticias, nada más que muy de tarde en tarde, del ex
presidente Suárez, y si ahora ha salido a la luz algo sobre
él, es debido a la visita del pasado jueves, cuando los
Reyes de España fueron a hacerle entrega, de una manera
personal y en la intimidad de su domicilio, de las insignias
del Toisón de Oro, la distinción de mayor prestigio del
mundo, que se le concedió el pasado año.
La noticia, naturalmente, ha trascendido, pero la publicidad
ha sido nula y únicamente se ha difundido una fotografía, en
la que de espaldas se ve al Rey, paseando con Adolfo Suárez,
fotografía que parece que fue tomada por su propio hijo.
A eso se llama discreción, sencillez y modelo de saber
valorar hasta donde se puede llegar en cada momento.
Hacerse eco de un hecho como este, en las circunstancias que
se ha llevado a cabo, valora lo que es la ética de una
familia y valora, desde el punto de vista de los Monarcas,
lo que es la amistad hacia un hombre que, en unos momentos
nada fáciles para la Corona, fue capaz de arriesgar todo y
hacer lo que era posible y más, para que el Jefe del Estado
pudiera seguir con la difícil labor que se le había
encomendado.
Un paseo, aunque de espaldas a la cámara, no de espaldas a
la realidad, de dos hombres por los que han pasado los años
y ya están en plena madurez. Un paseo de dos amigos, el uno
con el peso de la responsabilidad, aún, sobre sus espaldas,
el otro muy lejos de lo que era su actividad diaria, hace
años.
Esta foto, difundida en la práctica totalidad de los medios
de comunicación, sin alaracas de ningún tipo, debe servir de
modelo para quien confió en Adolfo Suárez, y al mismo tiempo
Para respetar, incluso más, a quien fue capaz de legalizar
el PC, al que abrió las urnas cerradas durante muchos años,
al que firmó los Pactos de la Moncloa, al que logró que se
redactara y se aprobara una Constitución, que 30 años
después, aún sirve.
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