La publicación del dibujo de mi
caricatura de Rodríguez Portillo, el pasado viernes, me ha
dejado un regusto bastante amargo por la pérdida de uno de
los personajes más emblemáticos de Ceuta.
Ello se entiende porque tenía una pregunta que hacerle: si
estaba satisfecho de cómo lo había plasmado. Tendré que
esperar a que nos encontremos a nivel celestial.
Con el recuerdo imborrable del maestro todavía patente en
mis células grises, paso a comentar la tergiversación que se
pretende dar a la “explosiva” publicación de las balanzas
fiscales.
Ignoro si muchos lo saben -algunos aunque lo sepan le dan
otra interpretación, exagerada, llevados por su interés
particular o partidista- pero lo cierto es que la función de
una balanza fiscal NO ES VALORAR SI ESTA DISTRIBUCIÓN ES
JUSTA O NO, SINO LA DE HACERLA EXPLÍCITA.
Las balanzas fiscales, por lo tanto, tienen una función
estrictamente informativa, sólo tratan de establecer cómo
funcionan los flujos financieros entre las Comunidades
autónomas y el Gobierno estatal.
También ignoro si muchos lo saben, pero el debate sobre las
balanzas fiscales tiene más de cuarenta años de existencia.
Se iniciaron en los años 60 y Catalunya fue real y
prácticamente, desde el principio, la punta de lanza de las
discusiones. No se trata de un debate nuevo y va más allá
del oportunismo político.
Las bases de las balanzas fiscales son bien simples porque
se manifiestan, las del sector público, a través de los
gastos e ingresos. No es más que el saldo entre lo que se
recauda por impuestos una determinada administración de un
territorio y lo que recibe esa misma jurisdicción vía
transferencias, subvenciones o inversiones.
Aunque resulte un asunto complicado, que no lo sería tanto
si hubiera un buen consenso, pero que tiene dos vertientes
sencillas: la monetaria y la del beneficio.
La vertiente monetaria se atribuye al gasto público en la
que se realiza éste, o escrito más claro: donde se localiza
el personal, el uso de bienes corrientes y servicios, el
recibo de las transferencias y la realización de
inversiones.
La vertiente del beneficio es la asignación del gasto que se
realiza en la región donde reside el beneficiario,
independientemente de donde se produce el servicio público o
se realiza la inversión.
Aunque puede resultar complicada la elección de una u otra
vertiente, simplemente porque ambas daría resultados
distintos, ello es un asunto crucial. Este es el punto donde
se agarran desesperadamente quienes se oponen a que se
publiquen las balanzas fiscales.
No es ningún problema que se regionalicen las cuentas
públicas si todos vemos que el INE publica anualmente la
contabilidad autonómica de España y nadie se rasga el traje
por ello.
Lo que si es problemático es la utilización política del
tema. Pero es evidente que conocer los flujos entre las
Comunidades autónomas y el Gobierno estatal resulta un
instrumento de política económica razonable porque permite
garantizar la cohesión. Si no se supiera lo que destina el
Estado a las Comunidades, no se podría conocer la eficacia
de su política redistributiva, que es una de las funciones
clásicas del Estado.
Los que ahora despotrican contra la publicación de las
balanzas fiscales o son unos cínicos redomados o tienen
intereses en mantener al pueblo en la oscuridad siniestra de
largos años de analfabetización política forzada.
Matizo lo escrito en el párrafo anterior en que si la
Fundación del Banco BBVA ha publicado las balanzas fiscales,
que se conocen… ¿por qué no van a publicarla los organismos
estatales?
Para dejar bien claro a quienes están en contra de su
publicación, lo manifestado por el organismo bancario no
deja lugar a dudas: Madrid (-10,2%), Catalunya (-5,2%) y
Baleares (-4,3%) cargan realmente con la solidaridad del
sistema fiscal del que más se benefician: Extremadura y
Melilla (22%), Ceuta (19,4%) y Asturias (14,5%) entre otras
Comunidades.
Lo dicho, si la publicación de las balanzas fiscales
molestan a algunos, esos algunos son los más interesados en
mantener ignorantes al resto de los ciudadanos por intereses
perfectamente discernibles en el horizonte económico
español.
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