El pasado viernes a las cinco de
la tarde yo recibía la peor noticia que podía llegar a mí en
aquel instante. Mi amigo, José María Rodríguez Portillo, ha
muerto.
Así de sencillo era el mensaje y por eso me impactó más. Yo
sabía desde mediados de marzo que estaba muy mal. Fui uno de
los primeros que supe que la enfermedad había vuelto a hacer
estragos. Él mismo me lo dijo, a los cinco minutos de haber
recibido un informe médico.
Así y todo, con la idea clara de que aquello no tenía marcha
atrás, él que había quedado conmigo para una entrevista en
El Pueblo de Ceuta vino al lugar en que habíamos quedado en
vernos y muy emocionado, no era para menos, fue respondiendo
a las preguntas que yo le iba formulando. Y respondió como
siempre, con sinceridad, con la verdad por delante, pero con
la caballerosidad que siempre le acompañó. Él era, fue, un
hombre del deporte, de los de verdad, y por eso siempre
actuaba como lo que era, como un auténtico señor.
Ahora podría recordar mil anécdotas suyas, pero lo primero
que debo recordar es cuando, siendo concejal, fue a Madrid y
en uno de esos pueblos grandes, Leganés o Getafe, estuvo
viendo como funcionaba un Instituto Municipal de Deportes, y
con las bases que vio allí comenzó la planificación de lo
que en Ceuta sería el ICD.
Pero es más, lo que en la actualidad es el Polideportivo
López Díaz Flor, nació de la planificación del deporte para
Ceuta a finales de los años 84 u 85. Por tanto, ese
polideportivo que ha tenido tantos padres, padrastros y
algún hermano mayor, nació de la idea de José María
Rodríguez Portillo.
Él se sentía, por encima de todo, maestro. Él era un
maestro, que estaba en un sindicato y que jamás traicionó a
nadie. Lo del deporte venía por añadidura, para seguir
trabajando, pero no como elemento para retirarse de la
escuela y tener mejores emolumentos.
Él dio mucho al deporte, el deporte a él le dio trabajo,
pero nada más. Ahora bien, nunca le oí quejarse, porque lo
hacía por vocación, al margen de su profesión, y en el
tiempo que actuó como político, porque él político no era,
trabajaba día a día con la idea de hacer un poco más por su
pueblo.
Estos días Ceuta está triste. La Ceuta sincera ha perdido a
uno de sus hijos que nunca hizo nada que desmereciera a la
ciudad.
El deporte base de Ceuta creo que tiene una deuda contraída
con José María Rodríguez Portillo, y bueno sería que ese
polideportivo que en poco tiempo estará funcionando ya,
recibiera el nombre de este hombre que vivió el deporte,
trabajó en el deporte y jamás se aprovechó del deporte para
nada.
Lamento tener que valorar su entrega cuando ya ha fallecido,
pero me cabe la satisfacción de haber sido una de las pocas
personas que, en vida, públicamente, supe valorar lo que
había significado en el deporte y lo que era en las demás
facetas de la vida.
Cuando hoy tenemos tantos señoritos aprovechándose de los
cargos, debemos despedir como se merece a un señor de
verdad, José María Rodríguez Portillo.
El año 2008 no se está portando nada bien con los hombres
del deporte de Ceuta, especialmente con los de esa
generación que, a partir de las primeras elecciones
municipales encaminaron las riendas del deporte de la ciudad
por una senda totalmente diferente.
José María, los que fuimos tus amigos y somos muchos, no te
vamos a olvidar.
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