El movimiento en nuestro alrededor
[ya se ha apuntado en más de una ocasión] es inmenso desde
el punto de vista de las infraestructuras para la logística
internacional. Algeciras se prepara para el embite de Tanger-Med;
la comarca del Campo de Gibraltar crece año tras año. La
autopista llega hasta las mismas puertas de la ciudad
algecireña, las autovías la conectan con toda Andalucía en
una red de carreteras moderna y la red ferroviaria se ha
mejorado considerablemente.
Eso por el Norte, en lo que respecta a Ceuta. Por el Sur
Marruecos lleva una política fiscal muy variada y en
descenso, preparatoria y adaptada a lo que será la nueva
realidad de desarme arancelario y las aportaciones del Banco
Árabe para el desarrollo. Lo que supone un profundo proceso
que se ha emprendido en el país vecino para sentar las bases
de una economía que se integrará en los circuitos europeos y
occidentales por extensión.
Ante estas perspectivas, debemos reflexionar [ya se ha
pedido en numerosas ocasiones] acerca de lo que Ceuta puede
aportar a una región con transformación en ciernes. La
Ciudad Autónoma tiene la suficiente entidad y personalidad
como para ejercer su influencia en todos estos
acontecimientos. Primero: hace falta creérselo, segundo: es
necesario un respaldo claro rotundo y manifiesto del
Gobierno de España.
Es muy posible que Marruecos continúe trabando la salida
comercial por el Tarajal, pero la influencia económica, el
juego de intereses [el famoso ‘Quid Pro Quo’], un favor se
paga con otro, puede encontrar la mejor de las salidas para
que Ceuta se integre y forme parte activa del desarrollo de
la región desde su posición de privilegio como plataforma
europea y ciudad de servicios en el seguro avance [a la
vista está] del norte marroquí.
La Cámara de Comercio, el CES, incluso la Ciudad Autónoma
pueden entrar en contacto [Andalucía y Cataluña lo hacen]
con el circuito económico marroquí, la mejor de las puertas
de acceso a logros que la diplomacia no consigue.
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