Las telebasuras pueden subsistir
gracias a que muchos personajes, más bien personajillos del
tres al cuarto, van a contar las miserias que les ha
regalado la vida, porque no tienen otras historias que
contar, que sean de interés para todos.
Sus historietas, las historietas de sus miserias, gustan y
les hacen ganar dinero gracias al morbo que despiertan,
entre todos aquellos teleespectadores que viven de sentir
satisfacción con las miserias de los demás para olvidar, de
esa forma, sus propias miserias que también las tienen.
Estos personajillos, a los qué nadie sabe porque son o les
llaman “famosos”, nacieron como los pollos de granja, a la
sombra del nacimiento de las telebasuras que necesitaban,
imperiosamente, poder ofrecer a su público toda esa
“carnaza” que sólo pueden proporcionar todos estos don
nadie, contado las grandes miserias que adornan sus
personas.
A tal punto ha llegado la creación de estos personajes,
porque nadie dude que han sido creados, como se crean las
cosas en los laboratorios para cumplir ciertas misiones en
la vida. La misión de todos ellos es contar, a quienes
quieran oírles, todas sus miserias o las miseria que les
inventan sus creadores.
Ni que decir tiene que, todos ellos, tienen su “manager”
como si de un artista famoso se tratase. Con un caché, que
para si lo quisieran más de algunos de esos artistas que
están empezando, y que se ven y se desean para que su
manager les encuentre algunas galas.
Nada les importa hacer el ridículo, cual es el caso de ese
personaje, que incluso participando como invitada en un
programa de televisión, cuando habla de él dice “mí
programa”. No es para tomársela a broma pues, nada más y
nada menos que alguien, no sé a qué cabeza pensante se le
ocurrió ponerle el sobrenombre de “la princesa del pueblo”.
Manda… la cosa.
Se subió a un escenario imitando a Madona en el carnaval de
Tenerife. Viéndola de esa guisa se comprendía,
perfectamente, por que era el carnaval, porque el
personajillo era pura chirigota. ¿Me entiendes?. Esta es una
de sus frases más famosas dentro de su rico vocabulario.
Su historia, esa historia que ya conoce todo el mundo, de
tanto repetirla, empieza cuando aparece en la prensa porque
había tenido una hija con Jesulin de Ubrique, y desde
entonces no ha parado de contar la historia de ese
nacimiento y, de vez en cuando, para que la cosa siga
teniendo algo que interese al público, pues le mandaba una
andanada a la esposa del diestro.
Ahora, el personaje se casa y ¡madre del Dios hermosos!, la
que se ha liado con el traje la boda y la luna de miel. Ya
tiene la telebasura tema para aguantar todo el verano sin
perder mucha audiencia. Que no está la cosa como para que la
audiencia baje y le manden a uno a tomar viento fresco, a
pesar de estar en un verano caluroso.
Si contando la historia del torero y la hija lleva años, con
la boda y la luna de miel se puede pegar, tranquilamente,
otro montón de años contando todas las peripecias vividas en
ese tiempo,. Igual, si me apuran, le falta tiempo para
contarlas. ¡Son tantas las cosas que tiene que contar!. Y se
armó el belén.
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