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cultura - SÁBADO, 19 DE JULIO DE 2008


Manolo García. cedida.

entrevista
 

Manolo García: «Ando buscando
la perfección, algo imposible»

Manolo García presenta esta noche
en las Murallas Reales ante más de
2.500 incondicionales su nuevo disco, ‘Saldremos a la lluvia’, un trabajo
marcado por la preocupación
ecológica del ex Último de la Fila

CEUTA
Rober Gómez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Pregunta.- Siempre cuida mucho las escenografías de sus conciertos. ¿Cómo es la puesta en escena de esta gira que hoy te trae a Ceuta?

Respuesta.- Siempre hay una mezcla de teconología al uso, luces y sonido, en donde intentas ofrecer un espectáculo a la última. Intentas llevar lo mejor posible para que el público tenga un concierto de rock al uso. Luego, hay una parte mía cutrona; bastante cutre y que sigo desarrollando. Es un tipo estercolero, siempre con higiene, pero recogiendo cachibaches de aquí y de allá y montando una melé extraña en el escenario. De esta forma, el asistente al concierto durante el rato que está frente al escenario se ve inmerso en una situación visual como mínimo misteriosa, que no haya por donde pillarla. Luego ya cada uno entenderá lo que quiera entender o lo que pueda entender.

P.- ¿Había tocado alguna vez en Ceuta? y ¿cómo lleva una gira que se prevé tan agotadora desde que comenzase en mayo?

R.- La gira empezó el 31 de mayo en Granada y creo que ha sido la segunda vez que una gira mía comenzó en esa ciudad. ¿En Ceuta? nunca había tocado, pero no por falta de ganas. Lo que pasa es que para los territorios extrapeninsulares dependemos de los barcos y de un montón de gente que tiene que pasar el material. Se hace más difícil, pero a mí me gustaría llegar a todos los rincones de España.

P.- ¿Cuál es el adjetivo que describe mejor su música?

R.- Yo siempre digo que es la vehemencia. Si alguna virtud tengo es la de ser cabezota, es decir, que cuanto una cosa me gusta y me tira yo percibo la pieza. En las canciones, la composición, los conciertos... siempre estoy buscando la perfección; algo que, lógicamente, nadie va a conseguir nunca, pero en ese intento hay mucha vehemencia. Una carga de intensidad que como mínimo es una aventura emocionante. Un adjetivo o la palabra correcta que define mi música es esa: vehemencia.

P.- Con ‘Saldremos a la lluvia’ rompe un largo silencio de cuatro años. ¿Qué es lo que más les sorprenderá a sus seguidores cuando escuchen este nuevo y esperado disco?

R.- Supongo que lo que más puede sorprender es el sonido de los instrumentos griegos, que no son totalmente desconocidos en este país, pero sí que son algo diferente. El disco tiene un punto exótico que creo que puede ser la diferencia sonora de Saldremos a la lluvia.

P.- De las doce canciones, cinco las grabó en la isla de Creta con instrumentistas autóctonos, logrando unos arreglos que se adaptan y enriquecen su ya de por sí original propuesta musical. ¿Qué es lo que buscaba en este paraíso griego?


R.- Muchas veces gusta lo que no se tiene. Yo vivo en una gran ciudad como es Barcelona y mi relación con esa gran ciudad suele ser siempre de amor-odio. Las grandes urbes hacen eso: que tienen cosas estupendas, pero a la vez son terribles para el día a día de una persona a pie, que trata de moverse de una forma natural. En Creta lo que encuentras son bares tranquilos donde la gente no mira al televisor. Está encendido y a lo mejor están echando un partido, pero nadie le presta atención. Los parroquianos tienen cosas mejores que hacer, como cantar, jugar al dominó, tomar un café... De repente aparece un laúd, aparece una cítara y todos se ponen a cantar. Es lo que buscaba y lo que encontré ahí, en Creta.

P.- La última pieza, totalmente instrumental e interpretada por Stelios Petrakis –el nombre delata su procedencia–, lleva un poético y a la vez reivindicativo título: ‘Sueño número 28. No recalificable. No urbanizable. Sin publicidad’. ¿Qué es exactamente lo que significa?


R.- Finalmente, en el mundo en el que vivimos, en estos sistemas tecnocráticos en los que estamos inmersos tienen una parte terrible, aunque es verdad que no son los peores. El ciudadano, parece que una vez capotado, los estamentos oportunos deciden y han decidido que el progreso y el empleo se tire adelante a base de asfaltarlo y enladrillarlo todo; es el único progreso que entienden. Y a mí me duele. Yo soy de los que piensan que un mundo sin naturaleza va a ser terrible. Y no es exagerado lo que digo. Puedes viajar y ves que lo que está pasando es a nivel planetario. Se están talando las selvas, los bosques... ¡y lo que nos faltaba: el biocombustible! Se tala todo y se deja de hacer comida para hacer combustible. Finalmente piensas que sólo te quedan los sueños, que nadie te los puede urbanizar ni puede poner publicidad en ellos y plantar un cartel. Si te soy sincero, estoy hasta las narices de tanta publicidad a todas horas y en todos los lados. Yo no quiero comprar nada. Es un acoso, un ostigamiento que llega a cansar y a ser muy fatigoso. Esta pequeña canción viene a decir de alguna manera que me dejen en paz en cuanto a esos modos de desarrollo social en los que no creo, no me convencen y que me hacen infeliz además.

P.- ¿Por qué ha elegido como sencillo ‘No estés triste’?


R.- Es un canto a la esperanza. Es una simple historia de una mujer que tiene dentro de sí una cierta desesperanza. El narrador le dice que mire a su alrededor, que no se acoja al paraguas de su tristeza, que a veces es un recurso fácil, y mira que el mundo es muy grande, que nunca deja de girar. Lo mejor para salir del dolor es buscar otras alegrías.

P.- Siempre ha apoyado causas humanitarias y, sobre todo, se ha mojado con el tema del ecologismo, ya incluso cuando estaba en el grupo El Último de la Fila. Pero en este nuevo compacto se tira directamente a la piscina a la hora de llamar la atención sobre su preocupación por el medioambiente. ¿Por qué?

R.- Es un tema acuciante y a la vez terrible. Es urgente meterle diente a ese problema, que no es local, ni continental, es global. Es todo el planeta el que puede tener un problema muy grande. Son palabras mayores. Como a cualquier hijo de vecino me preocupa, pero no me hace pensar en ello puntualmente ahora porque los científicos estén dando ahora informes y hablen al respecto sobre la gravedad de lo que está pasando y sobre lo que se nos puede venir encima, sino porque es algo inherente a mi idea de cómo estar en el planeta, en el mundo. Yo soy de los que piensan que el planeta no es nuestro, que estamos aquí de prestado y que alguien que está en una casa de invitado tiene que ser respetuoso con esa casa y cuando se marcha como mínimo dejarla igual que la encontró. Yo creo que estamos haciendo todo lo contrario, con lo cual hay algo malsano que flota en el ambiente y que duele por la gravedad del problema, que tiene además diferentes formas. Es una cuestión que puede derivar en muchas direcciones. No es que no llueva, no haya agua en Barcelona... es un problema que hay en todas partes: energía, combustibles, modo de sostenibilidad, cómo continuar con un tren de vida en el primer mundo donde la sostenabilidad la apartamos en beneficio de un comfort más que dudoso, diría yo.

P.- Muchas de las nuevas canciones son aún más largas de las habituales en su generosa discografía, y con esas pinceladas surrealistas que tanto le gusta utilizar. ¿Cómo lo hace para memorizarlas?

R.- Es muy difícil memorizarlas. Hay instantes que si no haces un ejercicio serio de concentración resulta complicado. En mis letras trato de expresarme, no busco el recurso fácil de encontrar un tramo que me guste y repetirlo hasta la saciedad. Trato de expresarme, de ser poeta; y eso es muy difícil, una cosa que no se consigue nunca. Si tienes esa pretensión es muy difícil, porque se memoriza lo fácil, lo más complicado tiene su miga.

P.- ¿Qué es lo que más ha echado de menos en este tiempo apartado de la música?


R.- Lo que más se echa de menos cuando estás apartado de la música en un tiempo bastante prolongado, aunque sea voluntario, es el contacto con la gente, con las personas, porque si eres un tanto extrovertido como soy yo y te gusta el directo y tocar en vivo, a veces se echa mucho de menos. En ocasiones voy a algún concierto y me pregunto: ¿pero qué hago aquí abajo, si debería estar ahí arriba? Quizás es lo que más se puede echar en falta: el carearte con el público.

P.- Este regreso supone también la vuelta del Manolo García pintor. ¿Qué planes tiene para combinar estas dos facetas? ¿Hará conciertos-exposiciones?


R.- En Sant Cugat vamos a hacer un concierto en un teatro donde a la vez se expondrá obra mía: cuarenta fotos y unos veinticinco cuadros, la mayoría de lo que he hecho en los dos últimos años. No es que vaya a ser una constante en la gira, en Ceuta no estarán, ¡ya me gustaría!, pero es complicado. Lo expondré en tres o cuatro ciudades. Es algo que me hace ilusión, porque en la pintura hay un territorio de libertad bastante grande. Ahora mismo estoy haciendo un tipo de pintura que me da alas, me da posibilidades de decir lo que quiero. Ahí también se ve reflejado mi inquietud medioambiental, social, el poder del pueblo, transgénicos...

P.- Pero la carátula del disco no es un dibujo suyo, sino la impactante foto de la cabeza de un zorro…


R.- Es una foto de mi buen amigo José María Benítez, que es un hombre sanísimo, que vive en una comunidad estupenda, que es Extremadura, aunque se ciernen sobre ella amenazas graves. Me dicen que quieren instalar una nueva central térmica: una cosa espantosa. Aún todavía estamos con las térmicas cuando se está hablando de cambio climático. José María había hecho unos dibujos que me pareció le venían al pelo.
 

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