Pregunta.- Siempre cuida mucho las escenografías de sus
conciertos. ¿Cómo es la puesta en escena de esta gira que
hoy te trae a Ceuta?
Respuesta.- Siempre hay una mezcla de teconología al uso,
luces y sonido, en donde intentas ofrecer un espectáculo a
la última. Intentas llevar lo mejor posible para que el
público tenga un concierto de rock al uso. Luego, hay una
parte mía cutrona; bastante cutre y que sigo desarrollando.
Es un tipo estercolero, siempre con higiene, pero recogiendo
cachibaches de aquí y de allá y montando una melé extraña en
el escenario. De esta forma, el asistente al concierto
durante el rato que está frente al escenario se ve inmerso
en una situación visual como mínimo misteriosa, que no haya
por donde pillarla. Luego ya cada uno entenderá lo que
quiera entender o lo que pueda entender.
P.- ¿Había tocado alguna vez en Ceuta? y ¿cómo lleva una
gira que se prevé tan agotadora desde que comenzase en mayo?
R.- La gira empezó el 31 de mayo en Granada y creo que ha
sido la segunda vez que una gira mía comenzó en esa ciudad.
¿En Ceuta? nunca había tocado, pero no por falta de ganas.
Lo que pasa es que para los territorios extrapeninsulares
dependemos de los barcos y de un montón de gente que tiene
que pasar el material. Se hace más difícil, pero a mí me
gustaría llegar a todos los rincones de España.
P.- ¿Cuál es el adjetivo que describe mejor su música?
R.- Yo siempre digo que es la vehemencia. Si alguna virtud
tengo es la de ser cabezota, es decir, que cuanto una cosa
me gusta y me tira yo percibo la pieza. En las canciones, la
composición, los conciertos... siempre estoy buscando la
perfección; algo que, lógicamente, nadie va a conseguir
nunca, pero en ese intento hay mucha vehemencia. Una carga
de intensidad que como mínimo es una aventura emocionante.
Un adjetivo o la palabra correcta que define mi música es
esa: vehemencia.
P.- Con ‘Saldremos a la lluvia’ rompe un largo silencio de
cuatro años. ¿Qué es lo que más les sorprenderá a sus
seguidores cuando escuchen este nuevo y esperado disco?
R.- Supongo que lo que más puede sorprender es el sonido de
los instrumentos griegos, que no son totalmente desconocidos
en este país, pero sí que son algo diferente. El disco tiene
un punto exótico que creo que puede ser la diferencia sonora
de Saldremos a la lluvia.
P.- De las doce canciones, cinco las grabó en la isla de
Creta con instrumentistas autóctonos, logrando unos arreglos
que se adaptan y enriquecen su ya de por sí original
propuesta musical. ¿Qué es lo que buscaba en este paraíso
griego?
R.- Muchas veces gusta lo que no se tiene. Yo vivo en una
gran ciudad como es Barcelona y mi relación con esa gran
ciudad suele ser siempre de amor-odio. Las grandes urbes
hacen eso: que tienen cosas estupendas, pero a la vez son
terribles para el día a día de una persona a pie, que trata
de moverse de una forma natural. En Creta lo que encuentras
son bares tranquilos donde la gente no mira al televisor.
Está encendido y a lo mejor están echando un partido, pero
nadie le presta atención. Los parroquianos tienen cosas
mejores que hacer, como cantar, jugar al dominó, tomar un
café... De repente aparece un laúd, aparece una cítara y
todos se ponen a cantar. Es lo que buscaba y lo que encontré
ahí, en Creta.
P.- La última pieza, totalmente instrumental e interpretada
por Stelios Petrakis –el nombre delata su procedencia–,
lleva un poético y a la vez reivindicativo título: ‘Sueño
número 28. No recalificable. No urbanizable. Sin
publicidad’. ¿Qué es exactamente lo que significa?
R.- Finalmente, en el mundo en el que vivimos, en estos
sistemas tecnocráticos en los que estamos inmersos tienen
una parte terrible, aunque es verdad que no son los peores.
El ciudadano, parece que una vez capotado, los estamentos
oportunos deciden y han decidido que el progreso y el empleo
se tire adelante a base de asfaltarlo y enladrillarlo todo;
es el único progreso que entienden. Y a mí me duele. Yo soy
de los que piensan que un mundo sin naturaleza va a ser
terrible. Y no es exagerado lo que digo. Puedes viajar y ves
que lo que está pasando es a nivel planetario. Se están
talando las selvas, los bosques... ¡y lo que nos faltaba: el
biocombustible! Se tala todo y se deja de hacer comida para
hacer combustible. Finalmente piensas que sólo te quedan los
sueños, que nadie te los puede urbanizar ni puede poner
publicidad en ellos y plantar un cartel. Si te soy sincero,
estoy hasta las narices de tanta publicidad a todas horas y
en todos los lados. Yo no quiero comprar nada. Es un acoso,
un ostigamiento que llega a cansar y a ser muy fatigoso.
Esta pequeña canción viene a decir de alguna manera que me
dejen en paz en cuanto a esos modos de desarrollo social en
los que no creo, no me convencen y que me hacen infeliz
además.
P.- ¿Por qué ha elegido como sencillo ‘No estés triste’?
R.- Es un canto a la esperanza. Es una simple historia de
una mujer que tiene dentro de sí una cierta desesperanza. El
narrador le dice que mire a su alrededor, que no se acoja al
paraguas de su tristeza, que a veces es un recurso fácil, y
mira que el mundo es muy grande, que nunca deja de girar. Lo
mejor para salir del dolor es buscar otras alegrías.
P.- Siempre ha apoyado causas humanitarias y, sobre todo, se
ha mojado con el tema del ecologismo, ya incluso cuando
estaba en el grupo El Último de la Fila. Pero en este nuevo
compacto se tira directamente a la piscina a la hora de
llamar la atención sobre su preocupación por el
medioambiente. ¿Por qué?
R.- Es un tema acuciante y a la vez terrible. Es urgente
meterle diente a ese problema, que no es local, ni
continental, es global. Es todo el planeta el que puede
tener un problema muy grande. Son palabras mayores. Como a
cualquier hijo de vecino me preocupa, pero no me hace pensar
en ello puntualmente ahora porque los científicos estén
dando ahora informes y hablen al respecto sobre la gravedad
de lo que está pasando y sobre lo que se nos puede venir
encima, sino porque es algo inherente a mi idea de cómo
estar en el planeta, en el mundo. Yo soy de los que piensan
que el planeta no es nuestro, que estamos aquí de prestado y
que alguien que está en una casa de invitado tiene que ser
respetuoso con esa casa y cuando se marcha como mínimo
dejarla igual que la encontró. Yo creo que estamos haciendo
todo lo contrario, con lo cual hay algo malsano que flota en
el ambiente y que duele por la gravedad del problema, que
tiene además diferentes formas. Es una cuestión que puede
derivar en muchas direcciones. No es que no llueva, no haya
agua en Barcelona... es un problema que hay en todas partes:
energía, combustibles, modo de sostenibilidad, cómo
continuar con un tren de vida en el primer mundo donde la
sostenabilidad la apartamos en beneficio de un comfort más
que dudoso, diría yo.
P.- Muchas de las nuevas canciones son aún más largas de las
habituales en su generosa discografía, y con esas pinceladas
surrealistas que tanto le gusta utilizar. ¿Cómo lo hace para
memorizarlas?
R.- Es muy difícil memorizarlas. Hay instantes que si no
haces un ejercicio serio de concentración resulta
complicado. En mis letras trato de expresarme, no busco el
recurso fácil de encontrar un tramo que me guste y repetirlo
hasta la saciedad. Trato de expresarme, de ser poeta; y eso
es muy difícil, una cosa que no se consigue nunca. Si tienes
esa pretensión es muy difícil, porque se memoriza lo fácil,
lo más complicado tiene su miga.
P.- ¿Qué es lo que más ha echado de menos en este tiempo
apartado de la música?
R.- Lo que más se echa de menos cuando estás apartado de la
música en un tiempo bastante prolongado, aunque sea
voluntario, es el contacto con la gente, con las personas,
porque si eres un tanto extrovertido como soy yo y te gusta
el directo y tocar en vivo, a veces se echa mucho de menos.
En ocasiones voy a algún concierto y me pregunto: ¿pero qué
hago aquí abajo, si debería estar ahí arriba? Quizás es lo
que más se puede echar en falta: el carearte con el público.
P.- Este regreso supone también la vuelta del Manolo García
pintor. ¿Qué planes tiene para combinar estas dos facetas?
¿Hará conciertos-exposiciones?
R.- En Sant Cugat vamos a hacer un concierto en un teatro
donde a la vez se expondrá obra mía: cuarenta fotos y unos
veinticinco cuadros, la mayoría de lo que he hecho en los
dos últimos años. No es que vaya a ser una constante en la
gira, en Ceuta no estarán, ¡ya me gustaría!, pero es
complicado. Lo expondré en tres o cuatro ciudades. Es algo
que me hace ilusión, porque en la pintura hay un territorio
de libertad bastante grande. Ahora mismo estoy haciendo un
tipo de pintura que me da alas, me da posibilidades de decir
lo que quiero. Ahí también se ve reflejado mi inquietud
medioambiental, social, el poder del pueblo, transgénicos...
P.- Pero la carátula del disco no es un dibujo suyo, sino la
impactante foto de la cabeza de un zorro…
R.- Es una foto de mi buen amigo José María Benítez, que es
un hombre sanísimo, que vive en una comunidad estupenda, que
es Extremadura, aunque se ciernen sobre ella amenazas
graves. Me dicen que quieren instalar una nueva central
térmica: una cosa espantosa. Aún todavía estamos con las
térmicas cuando se está hablando de cambio climático. José
María había hecho unos dibujos que me pareció le venían al
pelo.
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