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OPINIÓN - VIERNES, 18 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

España, a los pies del islamismo extremista
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

El 16 de julio sentí, una vez más, profunda y dolorosa vergüenza ajena… En el Palacio Del Pardo, la Casa Real española junto con el presidente del Gobierno a quien no defino -suele calificarse él solo-, Rodríguez Zapatero, recibían con todos los honores y junto a otras incautas personalidades del ámbito cristiano y judío, al aranero y sátrapa radical de Arabia Saudí, Abdulá Al-Saud, representante del wahabismo hambalí, la versión ideológica más extremista y oscurantista del Islam. Como el lector ya sabrá a estas alturas el rey saudí, custodio por apropiación indebida del Santo Lugar de La Meca, impulsa y preside un capcioso acto sobre “diálogo interreligioso” en la capital de España gracias a la debilidad y estulticia de nuestras autoridades; en Riad hubiera sido imposible que lo llevara cabo. Los saudíes, racistas religiosos como pocos, impiden a los no musulmanes bajo pena de muerte visitar La Meca. ¿Con qué tipo de “paz”, de “justicia” y de presunto “diálogo” viene a cachifollarnos, en nuestra propia casa, el rey Abdulá? Arabia Saudí, elocuente ejemplo de fascismo religioso y retaguardia ideológica de Al Qaïda, no ha dejado desde la década de los setenta de infectar a España y el resto de Europa gracias a sus petrodólares, levantando mezquitas y sosteniendo la peste wahabí donde ha mamado el terrorismo yihadista, que desde entonces venimos padeciendo.

Visto el panorama no es pues extraño que desde instituciones impulsadas por el Gobierno español, la Fundación Pluralismo y Convivencia entre otras, se venga dando cobertura a entramados asociativos en los que se camuflan versiones duras y radicales del Islam, como son los Hermanos Musulmanes (liderados en la sombra por el presidente de UCIDE, Tatary) y sus hermanos ideológicos, la secta del Tabligh (véase UCIDCE en Ceuta), así como a organizaciones alegales en su país de origen como el caso de Justicia y Espiritualidad del jeque Yasin, muchos de cuyos cuadros han corrido a refugiarse a Ceuta y el resto de España (Murcia es ya su feudo) con la torpe complicidad de las autoridades españolas, mientras se frena a la moderada FEERI. ¿Con qué objetivo?. En teoría, limitar la influencia del Estado marroquí. ¡Error, craso error!: el enemigo de mi enemigo no es, forzosamente, mi amigo. Eso pensó los Estados Unidos con el movimiento talibán en Afganistán y hasta Israel con Hamás… ¡Ahí están los resultados!.

Seré directo, clarito pero sin almagrar. Tanto para los Reinos de España como de Marruecos es urgentísimo y fundamental abordar, a cara perro y con las mutuas garantías, un pacto de Estado para erradicar la influencia del islamismo extremista. Ante el próximo Ramadán, Marruecos proyecta enviar unos doscientos predicadores a fin de combatir discursos radicales dirigidos a sus emigrantes. Yo abogaría por situar al frente de las mezquitas de Ceuta y Melilla un imám, avalado por el ministerio de Habús y Asuntos Islámicos, que animara el rezo en el nombre, espiritual, de un gran reformador religioso y referente actual del Islam: el rey Mohamed VI. Y no me vengan con pamplinas. Mejor antes de que decenas de mezquitas y oscuros garajes ceutíes y melillenses caigan financiados por el impresentable wahabismo, controlados por el yihadismo salafista o dirigidos por bandas fanáticas y ladronzuelas dirigidas por algún “emir” de Kandahar. ¡Ah jai, chof!: ¿ya explicaste las facturas…?.
 

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