Estoy de nuevo aquí, en Ceuta,
tras dos semanas de “vacaciones” en tierras catalanas,
polacas para algunos.
El viaje ha sido bastante bueno. Tenía el temor de
encontrarme con la marabunta en el puerto de Algeciras, y la
verdad es que de aglomeración no existe más que la palabra.
El embarque se asemeja más a un fin de semana con puente que
a un masivo regreso de inmigrantes.
Bueno, pongamos sobre el tapete ciertos puntos, no
suspensivos, que muchos articulistas, periodistas y
reporteros han estado machacando sobre la disposición de
Catalunya en el reparto económico.
Siempre, pueden comprobarlo en artículos precedentes, he
defendido que el resto de Comunidades, menos una, han vivido
gracias al dinero catalán.
La publicación de las polémicas balanzas fiscales, a las que
se oponía buena parte de la derecha conservadora, ha venido
a darme la razón, plena razón, sobre los análisis que
expuse.
La magnificación del sistema financiero estatal sobre datos
de la contribución tributaria y de su gasto, por parte de
algunos políticos, ha sido un mito que ha caído por su
propio peso.
Con la decisión del Gobierno de publicar las balanzas
fiscales calculadas entre las autonomías y la Administración
central se ha hecho honor a la justicia y, más allá de las
cifras, importan dos cosas. Una, que se ha sentado un buen
precedente en la obligación de la Administración de
facilitar los datos de la contribución tributaria y de su
gasto, con criterios territoriales. La otra, que no debe
pasar desapercibido, los cálculos que difundió el Gobierno
se acercan a los míos, aunque en realidad los basé en los
realizados por el conseller Castells de la Generalitat de
Catalunya. Con ello se cierra el contencioso político que se
podía haber evitado si se hubieran publicado hará tres años
cuando Catalunya reclamó su publicación.
Ahora empezaremos el debate del nuevo modelo de financiación
estatal. La contribución de Catalunya a la solidaridad se ha
mostrado generosa. No agobien.
Cambiando de tercio, pero con la razón en el tapete, tenía
razón al advertir a nuestras autoridades responsables de las
fuerzas de seguridad locales de lo que se cocía en
determinados ambientes de la ciudad.
Los atentados a pedradas contra miembros de nuestras fuerzas
de seguridad tienen un trasfondo político que habrá que
investigarlo. Si no ahondamos en la cuestión la cosa podría
agravarse en un futuro no lejano.
El total descontrol de quienes se cuelan por nuestra
frontera, he presenciado como algunos que vienen con las
porteadoras se pasean tranquilamente por la zona de las
naves para después colarse hacía el Príncipe, implica que
cada día vayan incrementándose la presencia de “agentes”
extranjeros desestabilizadores en nuestra ciudad.
No busquemos los tres pies al gato presentando sucesos como
hechos puntuales, sin investigación profunda, cuando todos y
cada uno llevan consigo una planificación bastante buena. No
queramos para nuestra ciudad lo que ocurrió en otras
ciudades europeas, no tenemos la infraestructura de
seguridad necesaria para ello.
Si al principio, las provocaciones de desestabilización,
ocurrían en la barriada del Príncipe Alfonso, ahora han
bajado a la del Príncipe Felipe y… ¿quién asegura que no
pasará en el resto de barriadas de manera sistemática hasta
llegar al centro?
Oscuro veo el asunto si no lo remediamos a tiempo. Se impone
un control severo del censo.
En fin, para ser el primer artículo que escribo tras mis
“vacaciones” creo que ya está bien. No he sentido
satisfacción por tener razón, he sentido un pesar por saber
que existe gente tan cerril y cegata que habla y escribe sin
conocimiento de causa, llevada por un inexplicable odio.
Confío en que seamos más hombres y tengamos la solidaridad
al alcance de la mano siempre. Podemos ganar mucho todos,
sin esforzarnos en barricadas inútiles, y hacer feliz a los
demás.
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