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OPINIÓN - JUEVES, 17 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Sin hipoteca
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Sin duda, el término hipoteca es el más pronunciado en nuestros días, y es que escasamente hay un 10% de la población que no tenga alguna, bien del piso en el que vive habitualmente, o de la casita que, al estar barato el dinero, compró en la playa o en la sierra.

Es la época del consumismo, y para consumir un poco más se echa mano de las “facilidades” que da la banca, o que daba, porque al haber subido el dinero ahora se restringe lo que antes parecía que “regalaban”.

He empezado, pues, por algo que desde hace un año comenzó a atormentar a muchos, que con el dinero caro no iban a poder hacer frente a esa deuda contraída.

Sin embargo, mi intención hoy, en esta columna, es hacer mención de otros seres que ni están hipotecados, ni han tenido problemas para construir su “chalet” allí donde mejor lo vieron.

Estoy paseando por la plaza de mi pueblo, un pueblo castellano, con muchos restos medievales y al fondo la Iglesia Parroquial, que en su día fue el Palacio de la Reina Berenguela de Castilla. En ese palacio, dicen, una partida de nacimiento lo acredita, nació Fernando III el Santo, con lo que es de suponer que por donde yo paseaba, hace unos minutos, el niño – rey jugaría en más de una ocasión.

En la torre de lo que fue palacio y hoy es la Iglesia de Santa María la Mayor, casi se pierde uno contando los nidos de cigüeña. Hasta 15 llegué a contar, y todos ellos con tantos inquilinos –cigoñinos- como muchos de los pisos que alquilan u ocupan algunos de los “sin papeles”.

Dando vueltas a mi mente, mientras contaba y recontaba los nidos, me vino a la mente esto:” Las cigüeñas no tendrán problemas de hipoteca”. “Las cigüeñas no tienen problemas de haber edificado su “mansión” en terrenos que se recalificaron de forma irregular”. Las cigüeñas, por seguir con mi pueblo, desde hace tiempo se asentaron y parece que están cómodas aquí, hasta el punto de que hace un siglo, el poeta y maestro de mi pueblo, Gabriel y Galán, en uno de sus versos decía: “ y parece mentira, pero enseña / muchas cosas un nido de cigüeña”.

Eso era entonces, cuando las casas no corrían el riesgo que empiezan a correr en esta época de crisis, mal que le pese a quien utiliza ciertos eufemismos engañosos.

Salgo de la plaza de mi pueblo y me encamino a lo que fue el Palacio de los Duques de Alba. Veo que en un cedro centenario hay también otra colonia muy numerosa de cigüeñas, cuento 12 nidos.

Nadie ha molestado, ni molestará a estas cigüeñas, lo malo es cuando su nido asentado en la cumbrera de una casa, con el peso hunde la techumbre. Entonces el pagano, si quiere seguir teniendo casa, es el dueño que no puso freno al “ocupa” de turno. En esos casos, los listos, defensores de –según ellos- la naturaleza, no dicen esta boca es mía.

Ahora, en vísperas de Santiago, las cigüeñas abandonan las tierras de Castilla, para volver en febrero. Estamos en la época de “Cuando las cigüeñas emigran”, pero estas volverán, no se quedarán al otro lado del estrecho, y al volver no se van a encontrar con la carta del banco reclamándoles nada de su hipoteca. Tampoco tendrán una cita del Ayuntamiento obligándoles a quitar el nido de donde lo han hecho, aunque lo hicieron sin permiso municipal.
 

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