Las relaciones bilaterales entre
países vecinos deben ser cordiales y amistosas en todo
momento aunque, siempre primando el interés general de todos
los españoles y principalmente, la defensa de nuestra
integridad territorial. En este sentido, las discrepancias
existentes entre España y Marruécos en relación a la
españolidad de una parte importante de nuestros territorios
han sobrepasado los límites establecidos llegando a
debatirse en foros internacionales.
Es evidente que, nuestro vecino del sur ambiciona
anexionarse, en principio, las ciudades autónomas de Ceuta y
Melilla utilizando todos los medios a su alcance incluyendo
entre estos el militar. En este punto debemos recordar la
invasión militar sin previo aviso de Isla Perejil
rememorando la histórica Marcha Verde sobre el Sahara
español.
Por tanto, es lógico pensar que nuestro principal
antagonista se encuentra al sur, la historia así lo
confirma. El sentido común debería plantear una defensa
nacional basada en estos elementos teniendo como referencia
el sur peninsular reforzando la presencia de nuestras
fuerzas armadas en esta parte del territorio nacional.
Pues bien, parece que los gobiernos socialistas no comparten
estas tesis argumentadas en el conocimiento de nuestra
historia más reciente empeñándose en reforzar el ejercito
marroquí. Entre 1981 y 1982 se entregó a Marruécos cuatro
patrulleros rápidos de la clase Lazaga armados con misiles
Exocet. En 1983 se entrego la corbeta clase Descubierta
armada con dos lanzadores de torpedos, misiles antiaéreos
italianos y antibuques Exocet. En 1986, seis patrulleros
Cormorán modificados, 1.582 camiones, 1.645 vehículos
todoterreno y material electrónico y de comunicaciones
mediante créditos FAD a muy bajo interés o con ayudas
económicas españolas.
Ahora, con José Luís Rodríguez Zapatero, el Gobierno de
España ha regalado en los últimos meses al ejercito marroquí
ocho juegos de lanzadores de bombas de aviación valorados en
80.000 euros y seis torpedos del modelo MK 46 Mod. 2 por el
precio simbólico de 1 euro.
En definitiva, fortalecemos a las Fuerzas Armadas marroquíes
y, al mismo tiempo, debilitamos nuestros efectivos militares
a través de una considerable disminución de estos en Ceuta y
Melilla. Circunstancia que debería hacer reflexionar a la
sociedad española y en particular, a ceutíes y melillenses
que deberían una vez más, aunar esfuerzos en defensa de
nuestros intereses
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