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OPINIÓN - JUEVES, 17 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

El aburrimiento como poder
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El año pasado, en el mes de julio y más o menos por estas fechas, hubo un pleno del que recuerdo cómo algunos periodistas destacaron su carencia de interés. Y nos contaron que fue tal el aburrimiento que se esparció por el salón plenario, que no faltaron quienes entre cabezada y cabezada terminaron por rendirse a la voluntad de un sueño, calcado al que logró darle popularidad a Jaime Wahnon. Quien se quedó dormido mientras estaba Vivas en posesión de la palabra, también es mala suerte, y desde entonces el presidente del consejo de Administración de la televisión pública, aunque sea más conocido por aquel inoportuno sueño, dicen que es tenido como un cero a la izquierda por el presidente de la Ciudad.

Lo cual no debería ser así. Puesto que el aburrimiento, ya lo dije en su momento, es un estado de ánimo que le viene muy bien al presidente. En vista de que el primer requisito de un político destacado, y Vivas pertenece a esa escala, es procurar por todos los medios que en los escaños primen los bostezos. Sobre todo cuando gobernar no consiste en resolver problemas, sino en hacer callar a cuantos los plantean.

De modo que si el discurso de Vivas tiene propiedades sedativas, hasta el punto de que cuantos le oyen entran en algo más que en un estado dormitante, debería éste aprovecharse de semejante facultad. Pues no hay cosa mejor que dirigirse a una concurrencia cuya felicidad consiste en no enterarse de nada mientras sueña con la mejor de las vacaciones.

Antonia María Palomo era el antídoto contra esa facultad que tiene la oratoria del presidente para que sus oyentes queden domeñados en los plenos. Pero desde que ella se dio el piro la gente amén de bostezar, ininterrumpidamente, ha dado en la manía de dormirse en sus escaños. Que no es igual que dormitar o caer en una dormivela. Menudos sustos se pegaban los diputados que arrullados por las palabras de Vivas se quedaban algo traspuestos cuando surgía la voz sonora y un poco tronante de la secretaria general de los socialistas, pidiendo orden y bien gobernar en todos los sentidos.

Pues bien, de todo lo reseñado me he ido acordando cuando he visto que la ausencia de la señora Palomo ha sido cubierta, este verano, por los empleados de Obimace. Cuyas reclamaciones parecen dispuestas a despertar a los miembros del gobierno de ese letargo que ha ido aumentando entre ellos y que en estas fechas, caniculares, podrían haberse convertido en un sueño reparador entre los brazos de ese Morfeo que aguanta todo el peso del Gobierno de la Ciudad. Con la consiguiente alegría por parte de los periodistas, que de este modo no tienen que inventarse ningún monstruo, como aquel tradicional del lago Ness, que eso queda ya muy cutre, para paliar la falta de información que se padece en medio de un sol de julio mortificante.

De momento, el presidente ha enviado a Yolanda a Bel para que ésta diga que nanay de la China a lo reclamado por los empleados de la empresa municipal. Y, claro, como la palabra de la portavoz más que sedar lo que hace es excitar, le han respondido los trabajadores que este verano, incluso durante las Fiestas Patronales, los diputados del PP no podrán dormirse en los laureles ni soñar con peces de colores.

Aunque verán ustedes como todo se arregla cuando salga Vivas y les inocule a los empleados el clásico sueño de la confianza...
 

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