Estamos en la época en la que más
movimiento hay de coches en las carreteras, juntamente con
alguno de esos largos fines de semana de Navidades o Semana
Santa.
La diferencia de esta época con esas otras dos citadas es
que entonces son un par de salidas, mientras que ahora es un
día y otro más.
Las inmediaciones de las grandes ciudades son de auténtica
locura y uno, que en estas fechas vive cerca de Madrid, no
sabe cual es la hora apropiada para entrar “a” o salir “de”
la capital de España, porque desde las doce de la noche
hasta las once y media, por ejemplo, de la noche siguiente
entrar “a” o salir “desde” Madrid es una odisea.
En Ceuta, los atascos, depende de la hora, también suelen
ser “morrocotudos”, aunque al haber pocas distancias ese
atasco se puede reducir a diez minutos.
Sin embargo, lo que se asemeja a cualquier otra parte es el
capítulo de accidentes, los unos, los más, por imprudencias,
los otros, por esas circunstancias imprevistas que suelen
darse en la circulación, cada día.
El asunto de los accidentes es algo que no se puede frenar y
como las soluciones que se imponen, desde los organismos
encargados de la circulación, van detrás del ritmo de
crecimiento de la propia circulación, pues ahí estamos, como
siempre o de forma parecida.
Raro es el fin de semana que no se habla de más de una
docena de víctimas y nunca oímos decir a los responsables de
tráfico que hayan sido más que el año anterior, como si al
decir que fueron menos ellos se hubieran ganado ya una
medalla. ¡Embusteros!.
El carné y los puntos “lo vendieron” como un invento de
Marconi, y con puntos o sin ellos los accidentes siguen
igual en Ávila o en Ceuta.
Por cierto, hace tres día, aquí en Ceuta se daba una fuerte
colisión entre dos vehículos, uno de ellos un Golf, que
según parece iba “despacito” y no pudo ser controlado.
Colisionó con otro vehículo que circulaba en sentido
contrario. Ello ocurría en la carretera de San Amaro, en las
inmediaciones del tanatorio, en un lugar en el que ni en una
dirección, ni en la otra se puede pasar de los 50 km/h. Eso
es lo que se manda, luego, un chaval joven al volante de un
coche que anda, puede respetar esa indicación o no. Las
consecuencias ... .
Parece que en el choque, repito, algo increíble por la zona
que es, hubo varias vueltas de campana, con un ileso en uno
de los dos vehículos y con dos heridos, en el otro. Los
heridos fueron atendidos en la Cruz Roja.
Esto en lo personal, que es lo importante. En lo material,
el golf de siniestro y los dos ocupantes que tuvieron que
ser liberados por los bomberos. Curiosamente estos dos
ocupantes eran dos jóvenes que no superaban los 20 años. Sin
comentarios.
Y no lo digo por la edad, porque un percance lo podemos
tener y lo hemos tenido otros con más años, pero lo que sí
es cierto es que poner en las manos de un chavalillo tan
joven un vehículo que tiene una conducción tan viva, es
poner un arma mortífera a su disposición.
Ya sé que al llegar a este punto, padres, tráfico y
vendedores de coches nos dirán que eso le puede pasar a
cualquiera y lo acepto, pero un poco más le puede pasar a un
chaval inexperto si tiene en sus manos un gran coche que
además corre mucho.
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