Sol, playa y algo de sombra. En principio parece lo habitual
e ideal para pasar el verano. Sin embargo los voluntarios
del dispositivo de la Cruz Roja no disfrutan lo mismo que
los despreocupados bañistas. Precisamente porque están
despreocupados. Todos los días no deben enfrentarse a la ira
de un escúalo o a un asesinato en el entorno playero como en
la serie de genialidad posmoderna Los vigilantes de la
playa, pero su labor no consiste precisamente en tumbarse al
sol. En torno a las 20 incidencias se recogen en todas la
playas donde están presentes los voluntario en un día de
entresemana y suelen superarse las 100 los fines de semana:
“En la Ribera buena parte de los problemas vienen de las
personas que cruzan el Foso a nado o en embarcación... mira,
la lanchita amarilla” Mirfat Ahmed Mustafá señaló hacia la
salida del Foso y allí se podía ver a un hombre llegando con
dos críos después de cruzar el trecho de mar que separa el
Chorrillo y al arenal de la Ribera. El suceso pasó unos
minutos más tarde de la conversación, pero el drama es el
drama. “Es muy peligroso hacer el paso entre las playas
porque el Foso es navegable y a veces las embarcaciones lo
cruzan a mayor velocidad de la debida”. Los voluntarios ante
este tipo de situaciones advierten del peligro una vez las
balsitas llegan a la playa e intervienen si se produce algún
suceso. El hombre de mediana edad que cruzaba con los dos
chiquillos se dio media vuelta, camino de regreso al
Chorillo, sin dar la posibilidad de dar la alerta a los
voluntarios. Mientras Mirfat vigiló el recorrido de la
balsa, una sombrilla a su derecha fue arrastrada por el
viento. Ayudó a recogerla y miró la base que ancla la
sombrilla a la arena: “Este es otro de los problemas de los
días de mucho viento, hay que estar pendientes del vuelo de
las sombrillas porque muchas veces tienen un final
punzante”.
Las redes anti-medusa que ha puesto la Consejería de Medio
Ambiente parece que funcionan de forma eficaz, no en vano ha
habido varias ciudades del litoral levantino que han
preguntado por el sistema que se emplea en Ceuta: “Este año
ha habido muchas más picaduras de abeja con respecto a
veranos anteriores, la de medusas han descendido muchísimo”.
En 2006 hubo un total de 3.445 atenciones por picadura de
medusa, lo que significó un 73 por ciento del total de
actuaciones de los voluntarios en ese año.
Una niña acudió al puesto de la Cruz Roja acompañada por sus
padres y se sentó mientras una voluntaria le colocaba una
especie de aro alrededor de la muñeca. Este verano los
voluntarios reparten una pulserita de color amarillo con el
objetivo de evitar el extravio de los más pequeños. Se
asocian los datos del menor y los familiares a un número y
se deja un teléfono de contacto al que la Cruz Roja avisará
si el crío se pierde.
¿La gente suele hacer caso de las advertencias y utiliza los
servicios? “Pues no mucho, la verdad. Hemos avisado
muchísimas veces que no se puede utilizar escopeta de pesca
dentro del balizaje y se sigue haciendo, cada día 10 o 15
personas cruzan el Foso y se lanzan de cabeza en lugares
donde hay rocas bajo el agua” explicó con cierto aire
resignado Mirfat. La dotación de la Cruz Roja incluye una
ambulancia aparcada junto a la playa. Los traslados al
hospital son más frecuentes de lo que pueda parecer en un
principio, según reflejan las notas de prensa que emite la
entidad y el testimonio de los propios voluntarios: “Un
chico quedó encallado cuando se lanzó de la escollera y hubo
que trasladarlo politraumatizado”.
Por el camino de cemento de la playa pasó Juan Jesús Vivas,
con el traje en el perchero y los bártulos de domingo: “La
verdad es que la Cruz Roja hace una labor extraordinario de
prevención. Creo que hay que recordar que los chicos que
trabajan aquí son voluntarios y además su coordinación con
el servicio de vigilancia de las playas es extraordinaria,
forman un buen equipo para nuestra seguridad”. Y Vivas se
marchó, más fresquito, a una comida de trabajo.
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