En el Japón se han reunido, una
vez más, los Jefes de Estado y de Gobierno más ricos del
mundo. O sea el denominado G8, que como su nombre indica es
decir Ge, Ge, Ge ocho veces. Menos mal que se escribe con G
que de escribirse con J, otro gallo nos cantaría.
Uno de los temas más importantes a tratar era cómo paliar el
hambre en el mundo. ¿Y cuál es la mejor fórmula de combatir
el hambre?. Sin lugar a dudas comiendo, que es lo que
hicieron los de 8 veces GE, escrito con G. No confundir,
escribiéndolo con J ocho veces, porque puede parecer que esa
reunión sea una pura carcajada.
Los pertenecientes al G8 dieron un ejemplo de como quitar el
hambre en el mundo, comiéndose 19 platos. Ya se sabe que la
caridad bien entendida empieza por uno mismo. Y que los que
tienen, deben de dar ejemplo a los que no tienen. Y qué
mejor ejemplo a los que no tienen que comer, para que
aprendan a quitarse el hambre, que comerse diecinueve
platos.
Qué los pobres, los que nada tienen, no quieren comerse
diecinueve platos, ese es su problema. Pero que no vengan,
después, a decirle nada a los que les han mostrado el camino
para quitarse el hambre.
Uno de esos diecinueve platos, era maíz relleno de caviar.
Oiga, no es por nada, lo difícil que tiene que ser rellenar
un grano de maíz con caviar. Además que es un plato que se
pueden comer, tranquilamente, todos los pobres del mundo
cada día. ¿Qué pobre, de esos que no tienen nada para comer,
no tienen en su casa maíz y caviar para dar y repartir?.
Lo que pasa es que los pobres, los que no tienen nada para
comer, son todos unos sibaritas, que nada más que les gustan
los mendrugos de pan duro recogido de la basura el día que
los encuentran.
Va a comparar usted, ese trozo de mendrugo de pan duro o una
cáscara de manzana recogida en la basura, con un plato de
maíz con caviar. Vamos, es que no tiene comparación alguna.
Donde se ponga un buen trozo de mendrugo o unas bunas
cáscaras de manzana recogidas de la basura, que se quite
todo el maíz con caviar.
Lo que pasa es que los pobres son muy exigentes, no tienen
nada para comer y encima se enfadan y todo con los que se
sientan para arreglarles el asunto de la “manduca”,
explicándole como se pueden comer diecinueve platos.
Pues nada, por mucho que se lo expliquen, ni caso. Los
pobres no tienen arreglo, se les deja coger de la basura los
mendrugos de pan duro o las cáscaras de cualquier fruta y no
se conforman, quieren hasta comer. Manda… la cosa.
Y por si lo de querer comer, fuese poco, se dedican a
criticar a los del G8 por “tajelarse” 19 platos en la
reunión para arreglar o tratar de quitar el hambre del
mundo. No se dan cuenta de que el problema es tan grande,
que tienen que alimentarse bien, para poderse echar una
siesta y, en ella, soñar dónde reunirse el próximo año para
seguir estudiando el asunto.
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