Estamos disfrutando de un día de
playa con un fenómeno atmosférico poco visto por éstas
latitudes pero cosa habitual en Ceuta.
Un gran banco de niebla se ha asentado, desde primeras horas
de la mañana, en todo el contorno comarcal del Maresme que
no deja ver ni a medio metro.
No es extraño este fenómeno en sí mismo, lo extraño es que
lleva consigo una fuerte dosis de alta temperatura que
supone escaldarnos a ratos. Parece que cada molécula de
niebla porta un rayo de sol.
Entrando de lleno en la polémica de las grúas, que aquí, en
Catalunya, es bastante frecuente, quedo sorprendido de la
respuesta de las entidades responsables de esa grúa que
“tiró” un vehículo al fondo del mar en el muelle España.
Aquí se avisa con un mes, mínimo quince días, a los
propietarios de los vehículos aparcados en determinada vía
pública cuando por esa misma vía va a desarrollarse un
evento de cualquier clase. Si el propietario o conductor no
lo retira en el tiempo previsto, es retirado por la grúa
municipal, dejando un aviso, pegado en el suelo, indicando
donde puede encontrarlo.
A mí, personalmente, me pasó un incidente con el mismo
problema pero sin pasarlo por el agua. Me retiraron mi coche
aparcado en la Avenida Martínez Catena, frente por frente al
Caballa y en lugar perfectamente legal para dejarlo
aparcado, sin aviso personal alguno ni comunicado en la
prensa avisando de que teníamos que retirar los vehículos.
Al menos yo no lo leí.
Acudí a la policía en la creencia que me lo habían
sustraído, pero allí me aclararon que como al día siguiente
venían los reyes de España, tenían que quitarlos para que
los vehículos de las fuerzas de seguridad tuvieran
aparcamiento. Lo habían llevado al Patio Hachuel, donde lo
encontré en un estado que ya pertenece al pasado.
Apelotonado entre otros coches. Me resultó muy difícil
sacarlo de allí.
Estas actuaciones de las autoridades ceutíes, en referencia
a la retirada de vehículos tienen el punto negativo de la
improvisación y de la sorpresa.
Si mi vehículo hubiera sufrido algún desperfecto, no digamos
si lo encuentro en el fondo del mar, no sólo habría dado
parte a la compañía de seguros, sino que habría extendido
las reclamaciones, aparte de la empresa responsable de la
grúa, a las autoridades locales por la improvisación y falta
de aviso con tiempo suficiente; a los propios monarcas, en
su caso, porque los daños a mi vehículo lo hicieron por su
presencia; a la propia compañía de seguros si es la misma
que del causante de los daños, por no velar concienzudamente
por el contrato suscrito de defensa del cliente; a los
organizadores del evento, aunque sea el propio Ejército; a
los responsables de Tráfico por retirar un vehículo sin que
éste haya cometido ninguna infracción…
Bueno, como no pasó nada, más allá que un susto y el
consiguiente cabreo por sacarlo del atolladero en que lo
metieron los de la grúa, cedí a la tolerancia y perdoné esa
actuación.
Espero que los conservadores tomen buena nota y sean
tolerantes. Ya me entienden ¿no? También que dejen la
intransigencia en el arcón de las antiguallas y tomen la
vida con más abiertas esperanzas.
Voy a estar una temporada sin opinar sobre los peperos, ya
se opinan ellos mismos con sus propias actuaciones y además
quiero aprovechar este viaje de luna de miel, que ni es un
viaje a la luna ni estoy para rebozarme en miel, que me ha
tocado en ésta revuelta de las muchas que dan la vida.
Espero que no me la agrien con sus salidas antidemocráticas.
Porque lo que es el Congreso del PP vasco…
Una sugerencia, la próxima cursa deportivo-militar la pueden
desarrollar en el Serrallo, la carretera con cerradas curvas
de García Aldave, la carretera de circunvalación de la
frontera y la vuelta al Hacho, que al fin y al cabo son
áreas cercanas a las zonas militares y no tendrán que
apechugar con la retirada de vehículos. Ese coche sumergido
por cojones es un aviso.
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