Siempre que han querido acceder a
mi para una entrevista de Diwali, he advertido de que solo
hablaría de mis vivencias familiares por la gran persona que
era mi padre, el nos integró como hizo el en vida en por y
para España, y cuando era Diwali nos llevaba a comer a los
famosos Casa Fernando, Bar Niza, Los Pulpos, o San Marco y
esas meriendas de bandejas de pasteles de la Campana y el
Vicentino. Mi padre siempre nos recordaba en esas fechas
entrañables eso de comer lo que queráis, no me pidáis una
moto ni un yate, pero eso de la comida yo lo he vivido y he
visto en Pakistán y en la India el hambre y la necesidad, mi
padre me dio licencia para matar con un dedo de butifarra o
peineta a todo aquel que me dijera que era rico en la India,
antes de venir aquí, el vivió en sus carnes la independencia
de la India con Pakistán, el éxodo masivo de un lado para
otro que sale en la película Gandhi, nos sobrecogió cuando
mi padre se acercó al televisor y nos dijo, hijos míos, yo
iba en esa caravana, todo lo que sale ahí es cierto. Yo no
entiendo de festividad del punto de vista religioso, a veces
tengo que llamar por teléfono a alguien para saber en que
año estamos. Este año coincidiendo con la visita de Sus
Majestades LOS REYES DE ESPAÑA, también he culminado mi
asignatura pendiente con mis lazos hindues, el habernos
casado por el ritual hindú Gema y yo.
Me entero de un comerciante que se ha peleado con el hijo,
por eso de las cosas del querer, pero es de los quereres
pagandose con dinero algo asi como pagar por amor, de rabia
e impotencia por cuantas veces nos controlaste a nosotros lo
que haciamos y despues se lo contabas a mi padre, mi padre
con mas paciencia que Del Bosque en el Madrid, te iba
toreando y pasando de ti , de vueltas en footing por la
puerta de tu tienda, y mirarte el reloj si eran las diez de
la noche y que carajo hacias abierto y no estabas en tu
casa, con tu mujer y tus hijos. De Decirle a mi padre, que
tus hijos van cerrando las tiendas con el sindicato, en
aquellas huelgas del comercio, que maldades has encerrado en
esa cabeza de borrico de tiempos de los paraguayos.
Llevabamos las pegatinas de la huelga de comercio y como
buenos caballas y españoles, deciamos no nos mires unete, y
que pronto fuiste corriendo a decirselo a mi padre, si acaso
los tiempos de Joselito, que le controlabas la hora y le
decias que ha pasado tu hijo con un cigarro en la boca a tal
hora. De las veces que no podia yo ni saludar a mi padre
porque te metias por medio en las conversaciones, mucho
dinero y poca educación, que hasta te vieron en la epoca de
Franco hacer escaparate con una camiseta llena de boquetes.
Que no te podias tirar en las bodas a la piscina del
Muralla, por si no te habias cambiado de calzones, maldito
seas por quererte entrometer en la vida de los ciudadanos de
bien, de los que creiamos en otras vivencias y estilos de
vida caballa, tu que querias que metieramos a tu hijo con
calzador en las excursiones del Ceuta a la Linea, para que
lo molieran a palos los ultras y tuvieramos que tirar del
niño con mas años que el reloj de la plaza. Que poco te
falto para que te cogiera mi hermano cara a cara, cuando
empezaste hace unos años a seguir con el interrogatorio de
tu hermano que, y esto que y la boda que , te largué
esperate que voy a llamarlo al movil y que baje corriendo y
le preguntas las cosas chismoso a la cara, que lo ves por la
calle y te cambias de acera, que bien te pusiste hace años
en la terraza del Hollywood con la antena de onda corta,
enfrente de mi hermano y un amigo, a empaparte de todo lo
que estaban hablando, si llego a estar yo te meto con la
bandeja del camarero en la cabeza. Vives pobre y morirás
rico, mas agarrado que un chotis tu sigue asi que los años
van pasando volando, como a tu hijo se le iban los suspiros
volando mientras le dejaban el coche con la amiga en el
llano del mi Julito, y el chofer se pegaba las cervezas
mientras tu hijo se pegaba los revolcones en el coche.
Escupiendo para arriba tarde o temprano, el lapo cae para
abajo como el espejo de la vida, con rabia e ironia traigo
esos pasajes urbanos que caen por su propio peso carcomidos
por el gusano de la ignorancia, como dicen un argentino, la
misera humana que vi aquí , jamás la vi en Centroamérica.
Solo me ha faltado alguna vez gritarle a los cuatro vientos,
querido cotilla desde la infancia que el barco sale todos
los dias, cuando quieras coge las maletas y te vas por si en
cincuenta años, no te habias mirado al espejo de la vida.
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