Aunque sólo sea en deportes,
España se ha convertido en los últimos tiempos en una
primera potencia del mundo. Sólo falta hacer un buen papel -
y material hay para ello- en el próximo Mundial de Fútbol,
para haber escalado todos los peldaños, hasta la cima de las
distintas modalidades deportivas.
En tenis, que nadie se olvide de ello, en la España que
estaba saliendo de la época de las alpargatas y el
racionamiento, España estaba entre los primeros del mundo
con Manuel Santana.
Santana marcó el camino para otros, muchos, que han dado
siempre la talla, pero que han quedado ahora eclipsados por
el manacorí Nadal.
Con Nadal se ha llegado, se termina de llegar, a lo más alto
en el tenis. Aquí, aunque tenga tan sólo 22 años, ya nadie
puede hablar de promesas, aquí hay una super realidad, al
ser el de Manacor una primerísima figura, a la altura de los
más grandes de la historia del tenis. Ahí está su palmarés.
En fútbol, en el recién finalizado campeonato de Europa,
también, por fin, se ha dado la talla, al lograr ser
campeones europeos, 44 años después de aquel otro, cuya fase
final se jugó en España, con tan sólo 4 selecciones:
Hungría, Dinamarca, Rusia y España.
Aquello, es cierto, se celebró por todo lo alto, pero es que
tenía un aliciente especial, se había ganado a Rusia, con el
Generalísimo en el palco del Bernabéu.
Ser campeones ahora era otra cosa, y más aún habiendo dejado
en la cuneta a los que lograron el campeonato hace cuatro
años, los griegos, y al que es actualmente el Campeón del
Mundo, Italia.
El comentario más atinado que se ha hecho en las últimas
semanas es que se está recogiendo la herencia de lo que
fueron las olimpiadas de Barcelona, en 1992. Posiblemente
esa herencia nos siga dando otros títulos más, pero en
fútbol algo ha tenido que ver, aunque los que han logrado
este campeonato de Europa, en aquellos momentos estarían, si
acaso, haciendo la primera comunión.
Sea como sea, el trabajo que se hizo en los años que
precedieron a la olimpiada, ha servido de estímulo para los
que vinieron después.
En pocos días, pues, dos éxitos de primera magnitud, en
fútbol y en tenis.
Y ahora, a vueltas con el Tour en sus primeras etapas, y los
españoles como primeros aspirantes. Aquí se han logrado ya
muchos éxitos, pero la mayor parte, también, en los últimos
20 años.
Porque muy lejos quedan aquellas gestas de Bahamontes,
precisamente en la época de las alpargatas, y cuando en
Francia se decía que los ciclistas españoles eran como “la
alpargata del monaguillo”. El triunfo del toledano paralizó
todo el país, e hizo vender en un día más periódicos que se
vendían en una semana.
Luego la victoria del malogrado Luis Ocaña nos hacía asomar
la cabeza con éxito en la etapa final del franquismo. Era
otra cosa.
Poco a poco aparecieron, Pedro Delgado, el gran Indurain,
uno de los mejores de todos los tiempos, Freire en los
mundiales y toda la serie de “primeros espadas” en el mundo
del pedal.
Por tanto, nada extraño sería que de aquí a pocos días
pudiéramos festejar otra victoria en el Tour, aunque
últimamente esos triunfos del ciclismo se valoran menos, por
toda la “basura” que se está tirando sobre este deporte.
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