Me niego a creer ciertas teorías que pululan por ahí en
relación a los sucesos acaecidos en las últimas horas en la
barriada de Príncipe Felipe y en los alrededores de Príncipe
Alfonso. Me niego a creer [no le doy verosimilitud] que
intereses fundamentalistas estarían haciendo mella entre los
más jóvenes de la barriada. No, no es así. La verdad es
mucho más corriente y lamentable a la vez. Hablamos de
menores absolutamente aburridos, de vacaciones escolares, y
sin base alguna en la que aprender valores sociales y
comportamientos cívicos.
Fundamentalmente el problema radica en el poco compromiso
social que emana de determinadas familias incapaces de
transmitir a los vástagos una educación cívica adecuada para
convivir con su entorno. Ante hechos como éstos crece la
sensación general de que los responsables vecinales miran
hacia otro lado y no son capaces de afrontar con valentía y
verdadero compromiso social el problema suscitado como
consecuencia de la falta de civismo que, desgraciadamente,
se muestra entre determinados sujetos. No todo debe ser
exigir a las instituciones, también se debe mostrar actitud
comprometida para abordar el problema desde el ‘basta ya’.
De lo contrario se perderá del todo la credibilidad en
quienes deberían ser los estandartes de esos barrios.
El Príncipe Felipe no es Vallecas. Ahí muchos saben quiénes
han estado detrás de las pedradas y quiénes han participado.
Callarlo o encubrirlo les hace cómplices y Fuenteovejuna
sólo hubo una.
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