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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 9 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Los crucifijos
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Leo, en alguna parte que hay intención de retirar los crucifijos de aquellos lugares oficiales donde estaban desde hace varias generaciones.

La decisión va a tener distintas interpretaciones, a favor o en contra. Yo, de momento, estoy en contra de que se retire el símbolo más representativo de la cultura de occidente, porque no olvidemos que estamos en occidente y las religiones imperantes aquí, con un sentido o con otro, están entroncadas con Cristo.

Además, España, por mucho que se considere en la actualidad como Estado laico, a lo largo de la historia ha defendido y ha practicado el catolicismo, con lo que su representación más fundamental, no sé hasta qué punto estamos legitimados para retirarla de la circulación.

Lo primero que se me ocurrió al leer tal noticia fue:” Pues los crucifijos ni piden pan, ni han subido las hipotecas, ni tampoco son los causantes de la crisis galopante en la que ha entrado este país, que siempre fue católico”.

Debo aclarar, como otras veces lo he hecho al tocar temas de este tipo, que no estoy defendiendo algo que me afecte en el día a día, ni que yo sea un practicante “ a machamartillo” de ninguna de las religiones que, libremente, se pueden practicar en este país, sin embargo, lo que no voy a hacer nunca es renegar de mis raíces familiares, nacionales o culturales, y de ahí que ese crucifijo que vi siempre en la humilde escuela donde aprendí a leer, ese crucifijo que, casi sin saber lo que representaba, vi en todas las iglesias desde pequeño, o ese crucifijo que aparecía en juzgados y otros organismos, en ninguna de las partes que he citado estorbaba, ni tampoco creaba problemas a los que a diario “convivían” con él.

Por eso, partiendo de mis orígenes católicos de Castilla, y analizando la serie de problemas que hoy nos afectan, desde múltiples ángulos, considero un “ sin sentido” pararnos en estas cosas, mientras los problemas de verdad quedan ahí sin solucionarse.

Más importante que quitar un crucifijo de un aula de clase es que quienes hacen oposiciones, por ejemplo, para llegar a ese aula no tengan que estar impugnando, según en qué tribunales, porque el sistema imperante, desde hace varios años, lo único que acarrea es desaliento a la hora de esas oposiciones.

Más importante que quitar un crucifijo de una sala donde se celebra un juicio es tener todo lo necesario para que la Justicia no sea tan lenta como es.

Con los crucifijos en organismos oficiales, las dos generaciones que nos han precedido han sido capaces de levantar y poner en orden un país que quedó arrasado por enfrentamientos entre los que aceptaban “los cristos” y los que los combatían, por ejemplo.

Esas dos generaciones, unas veces forzadas y otras por iniciativa propia, en vez de mirar tanto a las estrellas y pararse en menudencias, lo que hicieron fue mirar hacia el suelo y trabajar. Hoy, con todos estos “entretenimientos” superfluos, lo que parece interesar más es distraer a la gente para que se despreocupe del problema del día a día, y no piense en como va a poder pagar esa hipoteca que le está martirizando.

Si quitar un crucifijo es la solución a los problemas, que se quiten, pero si es para aborregar más a la gente, creo que es el momento de decir:” no estamos de acuerdo”.
 

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