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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 9 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

La consejera de Sanidad
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Adela Nieto sabe sonreír. Y además he podido comprobar que es mujer con la cual da gusto hablar. No me extraña, pues, que la consejera de Sanidad le caiga bien a Bernat Soria: un ministro que debe cuidar los cumplidos a las féminas porque sabe muy bien, por ser científico, que excederse en esta faceta desarma a los hombres.

La señora Nieto esperaba con impaciencia ser nombrada consejera de Sanidad y en cuanto lo consiguió cambió toda ella para mejor. Se le vio, durante los primeros días, como unas castañuelas. Reía a cada paso y gustaba de conversar más que nunca antes lo había hecho. Y es que en esta vida, perogrullada al canto, la consecución de cualquier logro produce tal bienestar que suele reflejarse tanto en el cuerpo como en lo que mana de los interiores.

De la transformación que se había operado en Adela me di cuenta muy pronto. En cuanto me cruzaba con ella la miraba de reojo y rápidamente la comparaba con aquella otra mujer que yo veía pasar con un maletín en la mano camino de cualquier parte donde la llevaran sus deberes como abogada.

La diferencia era abismal. Porque ser diputada le había hecho recuperar ese marchar telenda que antes parecía ya a punto de ser fagocitado por un cansancio de trabajo (telenda, para quienes no lo entiendan, es garbosa) que estaba pidiendo un cambio a gritos.

Pero bien poco le duró la alegría a nuestra consejera. Apenas dos meses escasos desde que tomara posesión de su cargo sucedió que el nombre de su marido fue titular de la primera de los periódicos porque le acusaban los de Comisiones Obreras de haber ingresado en la plantilla de una sociedad municipal sin ninguna garantía legal. Y a nuestra consejera se le vino el mundo encima y comprendió que ya estaba en el punto de mira de un reventador profesional.

Y la pobre señora volvió otra vez a las andadas. Es decir, a marchitar su espíritu y a caminar como si le estuviesen flaqueando las fuerzas. O sea, de la noche a la mañana, había perdido toda la frescura que le había otorgado el verse cual miembro destacado de un Gobierno presidido por Juan Vivas.

Pero le podía más el amor propio herido. Por ser tenida como una diputada que había echado mano de su poder para colocar a su marido en Amgevicesa. Y comenzó a venirse arriba para protestar ruidosamente entre sus compañeros del trato que le estaban dando los medios a su marido, Antonio Díaz –a quien tildaban de ‘enchufado’, para dañar la imagen de ella. Sin pensar que no todos se cebaban con ella. Y que la vara que le daban servía además para tratar de ahormar el carácter de Pedro Gordillo con el único fin de que éste dejara meter las narices al sindicalista destacado de CCOO en la empresa municipal.

Pues bien, Adela Nieto tiene motivos suficientes para sentirse satisfecha. El Juzgado de lo Social número 1 de Ceuta ha rechazado la demanda de CCOO y confirma que hubo legalidad en la contratación de su marido por parte de Amgevicesa. Y uno se alegra de que la cosa, de momento, transcurra por unos cauces que harán posible que la consejera de Sanidad recupere la alegría de vivir y vuelva a caminar con garbo por la ciudad.

De hecho, ayer la veíamos posar con la mejor de sus sonrisas en nuestra portada. Junto a un Bernat Soria a quien, mujeres así, le alegran las pajarillas.
 

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