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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 9 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Corbata sí, corbata no. ¡Ay! corbata mía, de mí corazón. Como no tenemos nada mejor que hacer, porque todo marcha sobre ruedas, en este caluroso e insoportable verano, pues nos inventamos la guerra de las corbatas. No es que, con esa guerra, vayamos a salir de la crisis pero, al menos, nos entretenemos y nos olvidamos de los calores.

La cosa de “la guerra de las corbatas” empieza porque el ministro de Industria, Miguel Sebastián, decide ir al Congreso sin semejante prenda colgada a su cuello y todo, aquí se dice todo, para ahorrar energía. De tal forma ha recomendado a los funcionarios se su ministerio que en verano no se pongan ni corbata ni chaqueta, para que el aire acondicionado pueda instalarse a 24 grados y, de esa manera, ahorrar energía.

Bono que es le presidente de la Cámara, al percatarse de ello, el asunto no le gustó anda y ordenó a un ujier le entregara al ministro una corbata, envuelta en papel de regalo, con una nota en la que, con ironía, escribió: “espero que te guste”.

Está por saber si al ministro le gusto o no le gusto la corbata, con dibujos de leones, el caso es que no se la puso. Este y no otro ha sido lo que ha dado lugar a “la guerra de las corbatas” que, por supuesto, va a tener seguidores ya que, el ministro de Trabajo, Corbacho, anuncia que irá al Parlamento sin corbata.

Servidor, usease el menda lerenda, nada tiene que ver en “la guerra de las corbatas” y, aunque algunos me puedan criticar, cosa que me importa un bledo y el otro también, estoy de acuerdo con ambos ministros y con todos aquellos que quieran pertenecer al grupo de los “descorbatados” al que llevo perteneciendo desde que mí santa madre tuvo a bien de parirme.

En muy raras ocasiones uso corbata y chaqueta. Por cierto chaqueta nada más que tengo una y, jamás, me la he cambiado, con lo cual, no puedo ser un “chaquetero” que, como las meigas, haberlos haylos y en cantidades industriales.

Según mí propia teoría, cada uno puede ir como le venga en ganas. O es qué sise quita la corbata, va a ser menos ministro o menos inteligente. Soy de los que creen que el hábito no hace al monje. Cuántos personajillos del tres al cuarto, politiquillos de medio pelo, no se quitan la corbata ni para… creyendo que el llevarla le da la personalidad y la cultura de la que carecen. Cuando los pobres míos dan la sensación de ir metidos en un florero, asomando la cabeza que ni la pueden mover a un lado u otro.

A algunos de estos personajillos del tres al cuarto, politiquillos de medio pelo les queda, ambas prendas, como a un cristo dos pistolas. Y es que, sin ellas, se encuentran como desnudos, sin darse cuenta que con ellas o sin ellas, siguen siendo los mismos árboles que al moverlos echan bellotas.

Señores ministros, pertenecientes al grupo de los “descorbatados”, desde aquí y desde ya, mí máximo apoyo en esa “guerra de las corbatas”, digan lo que quieran decir todos esos que la cogen con un papel de fumar, y siguen creyendo que el llevar chaqueta y corbata les dan un don de gente frente a los “descorbatados” cuando, en realidad, siguen siendo unos don nadie. ¿O no?
 

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