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sociedad - MIÉRCOLES, 9 DE JULIO DE 2008


Jakson. m.z..

inmigración
 

Primer expulsado del año

La Dirección General de Integración de los Inmigrantes dicta una orden
de expulsión por quebrar “las reglas organizativas de la convivencia” del CETI contra un liberiano que denuncia haber sido maltratado por los víser del centro

CEUTA
Gonzalo Testa

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta es, según quienes tienen y han tenido responsabilidades al frente de las instalaciones, “una especie de Colegio Mayor con internos de más de 25 años”. “Sin unas normas mínimas de convivencia y unas medidas coercitivas para quienes las quebrantan no hay nada que hacer”, señalan.

En términos generales esas reglas están recogidas en el Estatuto Básico de los Centros de Acogida a Refugiados, publicado en el Boletín Oficial del Estado de fecha 7 de agosto de 1998. Se trata de un conjunto de directrices genéricas, como las que podría tener cualquier Colegio Mayor: “utilizar adecuadamente las instalaciones y servicios del centro manteniéndolos en buen estado de conservación y uso”, “guardar las normas de convivencia en el centro”, “no introducir ningún objeto o sustancia que pueda ser peligroso, “respetar horarios”, “respetar al personal del centro en la realización de sus funciones, así como los derechos de los demás residentes”....

Nada del otro mundo

A pesar de ello, como en cualquier grupo humano, las tensiones existen. Es entonces cuando se adoptan las “medidas coercitivas”, que en unas instalaciones como las del CETI se limitan a sacar de su interior a quien se salta las reglas. Habitualmente la expulsión oscila entre unas horas y un par de días. Excepcionalmente los internos pueden ser echados de forma definitiva, volviendo entonces al limbo jurídico de los inmigrantes irregulares, con el agravante ceutí de verse encerrado en los 19 kilómetros cuadrados de la ciudad sin más horizonte que la repatriación.

La penúltima expulsión del CETI local se produjo hace más de un año, cuando un interno fue denunciado por su pareja, también residente en el centro, por maltratarla. El asunto llegó a los juzgados y se dictó una orden de alejamiento que dio, obviamente, con sus huesos en la calle.

Veterano de Calamocarro

La última se concretó el pasado de junio y se formalizó el jueves de la semana pasada, cuando la Dirección General de Integración de los Inmigrantes decidió “dar por finalizada” la estancia del liberiano Triki Jakson en sus dependencias.

Liberiano de 33 años, Jakson es grande como un armario y habla un español de primera. Llegó por primera vez a Ceuta a finales de los noventa y conoció las penalidades de Calamocarro. Después consiguió un permiso de residencia y cruzó el Estrecho. Ahora asegura que viajó a Almería con el propósito de trabajan en el campo, pero que no lo consiguió.

Finalmente acabó en Madrid, donde se dedicó durante un tiempo indeterminado, dice, a entretener a los viandantes del Parque del Retiro tocando música. Al menos un par de veces fue detenido por delitos contra la Salud Pública. Jakson asegura que él ni vendía ni consumía ni traficaba, pero que los amigos que le rodeaban sí y que la mala suerte se cebó con él.

Siempre según su versión, sin darse cuenta de que su tarjeta de residencia había caducado, se fue a Marruecos, donde las autoridades sí se percataron de ese presunto despiste. Jakson quedó así, otra vez, atrapado en África.

La versión oficial recuerda que cuando a un inmigrante se le acumulan antecedentes penales, aunque sean de pequeño calado, de acuerdo con la legislación vigente no se le renueva su permiso. “¿Quién se cree que se fue a Marruecos sin darse cuenta de que había caducado su residencia? ¿A qué fue, de vacaciones?”, dejan caer en Comisaría apuntando a la tesis del dinero fácil, del oro negro. Sea como fuere, el 15 de diciembre del año pasado, a nado, Jakson volvió a Ceuta. Un día después ingresó en el CETI. “Cuando estábamos en Calamocarro eso es lo que demandábamos, unas instalaciones dignas donde pudiéramos vivir como seres humanos”, dice el liberiano.

El 29 de junio a las 18.18 horas se personó en Comisaría. Ante la Policía Nacional aseguró que esa misma mañana había tenido una discusión a causa de “un malentendido” con una de las trabajadoras que atienden a los inmigrantes. Su versión y la oficial coinciden en lo básico: Jakson tomó un segundo café sin pedirlo y la discusión acabó en una llamada a los vigilantes de seguridad.

Él dice que lo único que hizo fue reírse con sus compañeros de otra cosa. Desde el CETI se asegura que se encaró con la cocinera y que la amenazó. Según su denuncia cuando llegaron los vigilantes “le sacaron del comedor y le llevaron a una zona [fuera del centro] donde comenzaron a golpearle con las defensas en la cabeza y el brazo izquierdo” y le quitaron su carné identificativo del CETI.

Desde allí Jakson se fue al José Lafont y más tarde al hospital del INGESA, donde se le emitió un parte médico certificando que presentaba una contusión “en la región frontal izquierda y tercio medio miembro superior izquierdo”. “Pronóstico leve salvo complicación” fue el diagnóstico facultativo.

“Confianza total”

En el CETI niegan cualquier posibilidad de maltrato. “Es posible que hubiese un forcejeo: ‘Sal’, ‘Que no salgo’, ‘Que salgas’. Nunca un maltrato”, aseguran fuentes cercanas a la Delegación del Gobierno que reiteran su “confianza total” en el trabajo que desempeñan los vigilantes de seguridad de la empresa Serramar. De hecho, uno de los viser implicados en el suceso denunció también al inmigrante por agredirle.

Jakson no señala a todos sino que, al contrario, descarga de responsabilidad a varios de ellos por sus nombres de pila, a los más veteranos. Fuentes oficiales niegan la mayor: “Puede haber cambios de adjudicataria del servicio, pero el personal se subroga contrato tras contrato; todos tienen experiencia y un magnífico comportamiento”, defienden. Jakson lo niega y justifica que la suya sea la primera denuncia que se produce a pesar de que, lamenta, el trato irregular hacia los inmigrantes es “habitual”. Dice tener testigos dispuestos a respaldarle, pero ninguna de las fuentes consultadas ayer dio verosimilitud a que se dé una situación así. “Hace muchos años que nadie denuncia algo parecido”, aseguraron ayer desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

“Entre los inmigrantes hay de todo, como en cualquier colectivo, pero todos están obligados por igual a respetar al personal del centro y a sus compañeros, y nosotros a velar por ello para evitar que el CETI se convierta en un caos”, advierten responsables gubernamentales dejando claro que esa tarea se desarrolla siempre “dentro del respeto más escrupuloso hacia la legislación y hacia los internos”.
 


Voluntarios de Cruz Roja acompañarán hoy a
residentes en el CETI al parque de San Amaro

La Oficina Provincial de la Cruz Roja en Ceuta continuará hoy a través de su Departamento de Intervención Social con las actividades al aire libre para residentes en el CETI que comenzaron la pasada semana con la visita a la playa de La Ribera, donde niños y mayores lo pasaron en grande. Así, y en colaboración con el CETI, voluntarios de la institución humanitaria ceutí realizarán hoy la segunda visita, esta vez al Parque de San Amaro. A primera hora de la tarde el personal de Cruz Roja-Ceuta, que acompañará en todo momento a los inmigrantes, ofrecerán una serie de dinámicas de ocio y tiempo libre a estas personas, que serán trasladadas en vehículos de la institución desde el CETI hasta San Amaro, donde podrán pasar un rato fuera de su rutina habitual, y viceversa.
 

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