Se trata la enésima acción
incívica [ahora llamada atentado contra la autoridad] que
reciben las Fuerzas de Seguridad en el cumplimiento de su
deber en las inmediaciones, esta vez, del barrio Príncipe
Felipe. Resulta inconcebible, de todo punto lamentable que
vecinos jóvenes, muy jóvenes [12-16 años] se adiestren a
costa de los agentes de la autoridad en el tan extraño como
vergonzante [para una sociedad como la nuestra] ‘deporte’
del lanzamiento de piedras.
Pero aún resulta más increible el que no haya salido voz
alguna entre los adultos responsables del barrio poniendo
orden y contribuyendo -con una acción ejemplarizante para la
vecindad- a poner fin a semejante acción deshumanizada al
tiempo que peligrosa por las consecuencias derivadas de un
impacto grave. De momento, dos agentes de la Policía han
resultado heridos. El de mayor gravedad corresponde al
funcionario de Policía Local que se debate entre perder
definitivamente o no la visión de uno de sus ojos.
Esto no debe quedar impune. Delegación del Gobierno por un
lado en un ejercicio de fortaleza en la autoridad y por otro
[estos seguro que actúan] los funcionarios de la Brigada de
Policía Judicial de la Jefatura Superior de Policía Nacional
deben lograr los arrestos de los jovenzuelos [menores de
edad] y llevarlos ante la Justicia. Y, por supuesto, los
líderes vecinales, los que reciben y piden las subvenciones
tienen que implicarse decididamente para atajar estas
acciones impropias en una sociedad que demanda y enarbola la
bandera de la convivencia. Los padres y familiares de los
menores, los representantes vecinales y las autoridades
deben coadyuvar a que situaciones tan dantescas como la
vivida el pasado domingo no vuelvan a repetirse en Ceuta.
Pero lo más importante, al tiempo que se trabaja en prevenir
sucesivas acciones tan irracionales como la de antes de
ayer, se hace absolutamente necesario que los implicados
vean sobre sí caer el peso de la Ley.
Este acto coordinado y violento contra la Policía no debe
quedar en absoluto impune.
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