El dinero en la mayoría de los casos, siempre ha estado
acompañado de la mano del poder, o de aquellas personas
influyentes que podían ayudar a cumplir los objetivos para
alcanzar el éxito económico y el personal.
Hoy en día, dinero y poder en esta Ciudad, han unido sus
fuerzas para conseguir que ambas partes resulten
beneficiadas en contra del beneficio social. Una fuerza que,
están consiguiendo a base de reuniones secretas y de
promesas que nunca van a cumplir como ha sido la tónica de
siempre. Este es el aspecto que hoy presenta un sector
deportivo de nuestra Ciudad en busca de apoyos, dónde los
“malandrines” se han ocultado bajo el manto del dinero y de
la incapacidad deportiva, situación predominante en los
últimos años ante una desidia generalizada de los
interlocutores deportivos, situación que ha dado lugar a una
peculiar leyenda urbana.
Una leyenda, que se hace realidad hace unos meses en una
cafetería muy céntrica. Un hombre, relacionado con una
Federación muy importante, contaba a sus amigos una historia
que dejaba a todos pensativos.
Hace años decía, conocí a un hombre o “bogus” (aprovechado)
con un pequeño negocio en un lugar cualquiera de esta
Ciudad. Su idea era hacerlo prosperar, como todos aquellos
emprendedores que cada día optaron por tal decisión, ahora
bien, éste, era más dispuesto que los demás a prosperar y
más ambicioso.
La primera vez que lo saludé por motivos laborales, me
atendió respaldado sobre su silla de forma agradable.
Durante el tiempo que estuve allí (algo más de media hora)
no intercambiamos opinión de un tema concreto y menos de
deportes, hablamos de asuntos de trabajo, hasta bromeamos,
pero conociendo mi relación con el deporte, no hizo
objeciones al tema y eso me sorprendió. Su trato en todo
momento mientras me atendió fue correcto y sutil, ofrecía la
impresión de ser una persona inteligente y de conocer su
oficio, pero de ahí a ser un interlocutor de trascendental
importancia deportiva en la Ciudad en la actualidad, era
algo que, nunca se me hubiera pasado por la cabeza, ya que
de joven era un mal deportista y su relación con el deporte
ha sido mínima, aunque ahora quiera ofrecer lo contrario
pensando en el nuevo cargo. Por ello, conociendo sus
comienzos, no podía imaginar que unos años más tarde, su
poder en el mundo del deporte ceutí resultaría tan
sorprendente y vertiginoso (la fuerza del euro).
Un día, años después de este primer contacto, este agradable
“bogus” pensó que, la única forma de hacer prosperar más su
negocio y ganar dinero, era acercarlo al deporte ceutí y a
un grupo ambicioso que le aportaba “confianza”, por las
relaciones deportivas y cargos que tenían en la Ciudad.
Ofreció sin más sus servicios, facilitando los pagos y las
gestiones deportivas hacia el exterior, acciones que
agradecieron, sobre todo uno de ellos, el Gran Jefe, al
comprobar que esta relación afectiva y de negocio podía ser
beneficioso para él y sus adeptos. En este principio de
relación, su propósito no pasaba de ahí, ya que no era su
idea meterse en camisas de once varas, pero si hacerle la
vida más fácil a este Jefe, a cambio de ser su negocio el
líder en la ciudad, un suculento bocado que ha durado hasta
el día de hoy.
Durante los años siguientes, la relaciones entre éste y los
contribuidos fueron en aumento, los dos, se necesitaban; el
“bogus” ganaba dinero y los otros se hacían la vida más
cómoda (si alguien les movía “correctamente” las
subvenciones). Las contribuciones desinteresadas del “bogus”
en especies al deporte local fueron en aumento, tal es el
punto, que en todos los actos deportivos de la Ciudad de los
últimos tiempos, su presencia era habitual y obligada,
disputándose los anfitriones su presencia para la foto de
prensa.
Las relaciones, entre las partes cada día se hicieron más
estrechas y extendidas, contribuyó a que le ofrecieran un
cargo de segundo orden (en la oscuridad) detrás del gran
Jefe e intocable en la Ciudad, ya que su cooperación,
aunque, no fuera meramente deportiva en nada, si era
importante desde el punto de vista de gestión económica para
todos aquellos que se aprovechaban de él. Pero claro, un
personaje tan importante como éste (por el aspecto
económico), dónde podías apoyar las inquietudes económicas
de un club, no podía ser propiedad exclusiva de uno solo,
así que, aparece otro dos Grandes “Jefes”, uno de ellos,
llegaba de una desastrosa gestión deportiva en otro lado de
la Ciudad y el otro un “listillo”, le proponen y acepta otro
cargo relevante y un buen sillón en primera fila del Teatro
(los tres mosqueteros) con canapés y azafata.
Como hombre de negocios, no lo dudó, sus contribuciones al
deporte ceutí y sus estrategias, le habían dado a cambio un
prestigio antojadizo en la Ciudad, con dos cargos de
trascendencia deportiva, además de codearse con la flor y
nata de la sociedad ceutí y ganar mucho dinero en su
negocio.
Pues bien, lo más bochornoso de todo, estaba por venir. Un
día y por circunstancias de la vida, este “bogus” llega a la
cumbre ante el asombro de propios y extraños, alzado por un
equipo de anacrónicos que se cobijan detrás de él y que le
hacen llegar a la cúspide del éxito por sus
“desconocimientos” deportivos a favor del deporte Ceutí.
Estos malandrines escondidos en su incompetencia, lo
proclaman como “Nuevo Jefe” de este importante clan
deportivo en la Ciudad, el cuál se asemeja mucho (en este
caso deportivo) al de “Al Capone”, al que todos calificaron
como que “estuvo en el lugar preciso y en el momento justo”
antes de pasar por la justicia, sobre todo cuándo se juega
con dinero que no es de uno.
Este es el relato de una “leyenda urbana”, que puede pasar
en esta Ciudad o estar pasando ahora mismo, no lo sé, pero
el aire no está tan limpio como parece y los candados siguen
cerrados a cal y canto.
Se entiende y comprende también que, las personas tengan
dinero y participen en el deporte para mejorarlo, apoyarlo o
disfrutarlo, pero no concibo que ningún “zorro” con favores
o aportaciones, haga negocio con el deporte local y con el
dinero de todos, ante la inmovilidad de una población,
¿dónde está la ética?.
Cada cuál, puede interpretar esta sencilla leyenda como le
venga en gana. Hacer memoria y recordar la gestión de unos y
otros en los últimos años con el deporte local, darle cara y
nombre si es más fácil, o por el contrario, pasar del tema
un día más como es habitual en este pueblo.
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