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OPINIÓN - DOMINGO, 6 DE JULIO DE 2008

 
OPINIÓN

Una leyenda urbana

Por Eduardo Sánchez


El dinero en la mayoría de los casos, siempre ha estado acompañado de la mano del poder, o de aquellas personas influyentes que podían ayudar a cumplir los objetivos para alcanzar el éxito económico y el personal.

Hoy en día, dinero y poder en esta Ciudad, han unido sus fuerzas para conseguir que ambas partes resulten beneficiadas en contra del beneficio social. Una fuerza que, están consiguiendo a base de reuniones secretas y de promesas que nunca van a cumplir como ha sido la tónica de siempre. Este es el aspecto que hoy presenta un sector deportivo de nuestra Ciudad en busca de apoyos, dónde los “malandrines” se han ocultado bajo el manto del dinero y de la incapacidad deportiva, situación predominante en los últimos años ante una desidia generalizada de los interlocutores deportivos, situación que ha dado lugar a una peculiar leyenda urbana.

Una leyenda, que se hace realidad hace unos meses en una cafetería muy céntrica. Un hombre, relacionado con una Federación muy importante, contaba a sus amigos una historia que dejaba a todos pensativos.

Hace años decía, conocí a un hombre o “bogus” (aprovechado) con un pequeño negocio en un lugar cualquiera de esta Ciudad. Su idea era hacerlo prosperar, como todos aquellos emprendedores que cada día optaron por tal decisión, ahora bien, éste, era más dispuesto que los demás a prosperar y más ambicioso.

La primera vez que lo saludé por motivos laborales, me atendió respaldado sobre su silla de forma agradable. Durante el tiempo que estuve allí (algo más de media hora) no intercambiamos opinión de un tema concreto y menos de deportes, hablamos de asuntos de trabajo, hasta bromeamos, pero conociendo mi relación con el deporte, no hizo objeciones al tema y eso me sorprendió. Su trato en todo momento mientras me atendió fue correcto y sutil, ofrecía la impresión de ser una persona inteligente y de conocer su oficio, pero de ahí a ser un interlocutor de trascendental importancia deportiva en la Ciudad en la actualidad, era algo que, nunca se me hubiera pasado por la cabeza, ya que de joven era un mal deportista y su relación con el deporte ha sido mínima, aunque ahora quiera ofrecer lo contrario pensando en el nuevo cargo. Por ello, conociendo sus comienzos, no podía imaginar que unos años más tarde, su poder en el mundo del deporte ceutí resultaría tan sorprendente y vertiginoso (la fuerza del euro).

Un día, años después de este primer contacto, este agradable “bogus” pensó que, la única forma de hacer prosperar más su negocio y ganar dinero, era acercarlo al deporte ceutí y a un grupo ambicioso que le aportaba “confianza”, por las relaciones deportivas y cargos que tenían en la Ciudad.

Ofreció sin más sus servicios, facilitando los pagos y las gestiones deportivas hacia el exterior, acciones que agradecieron, sobre todo uno de ellos, el Gran Jefe, al comprobar que esta relación afectiva y de negocio podía ser beneficioso para él y sus adeptos. En este principio de relación, su propósito no pasaba de ahí, ya que no era su idea meterse en camisas de once varas, pero si hacerle la vida más fácil a este Jefe, a cambio de ser su negocio el líder en la ciudad, un suculento bocado que ha durado hasta el día de hoy.

Durante los años siguientes, la relaciones entre éste y los contribuidos fueron en aumento, los dos, se necesitaban; el “bogus” ganaba dinero y los otros se hacían la vida más cómoda (si alguien les movía “correctamente” las subvenciones). Las contribuciones desinteresadas del “bogus” en especies al deporte local fueron en aumento, tal es el punto, que en todos los actos deportivos de la Ciudad de los últimos tiempos, su presencia era habitual y obligada, disputándose los anfitriones su presencia para la foto de prensa.

Las relaciones, entre las partes cada día se hicieron más estrechas y extendidas, contribuyó a que le ofrecieran un cargo de segundo orden (en la oscuridad) detrás del gran Jefe e intocable en la Ciudad, ya que su cooperación, aunque, no fuera meramente deportiva en nada, si era importante desde el punto de vista de gestión económica para todos aquellos que se aprovechaban de él. Pero claro, un personaje tan importante como éste (por el aspecto económico), dónde podías apoyar las inquietudes económicas de un club, no podía ser propiedad exclusiva de uno solo, así que, aparece otro dos Grandes “Jefes”, uno de ellos, llegaba de una desastrosa gestión deportiva en otro lado de la Ciudad y el otro un “listillo”, le proponen y acepta otro cargo relevante y un buen sillón en primera fila del Teatro (los tres mosqueteros) con canapés y azafata.

Como hombre de negocios, no lo dudó, sus contribuciones al deporte ceutí y sus estrategias, le habían dado a cambio un prestigio antojadizo en la Ciudad, con dos cargos de trascendencia deportiva, además de codearse con la flor y nata de la sociedad ceutí y ganar mucho dinero en su negocio.

Pues bien, lo más bochornoso de todo, estaba por venir. Un día y por circunstancias de la vida, este “bogus” llega a la cumbre ante el asombro de propios y extraños, alzado por un equipo de anacrónicos que se cobijan detrás de él y que le hacen llegar a la cúspide del éxito por sus “desconocimientos” deportivos a favor del deporte Ceutí. Estos malandrines escondidos en su incompetencia, lo proclaman como “Nuevo Jefe” de este importante clan deportivo en la Ciudad, el cuál se asemeja mucho (en este caso deportivo) al de “Al Capone”, al que todos calificaron como que “estuvo en el lugar preciso y en el momento justo” antes de pasar por la justicia, sobre todo cuándo se juega con dinero que no es de uno.

Este es el relato de una “leyenda urbana”, que puede pasar en esta Ciudad o estar pasando ahora mismo, no lo sé, pero el aire no está tan limpio como parece y los candados siguen cerrados a cal y canto.

Se entiende y comprende también que, las personas tengan dinero y participen en el deporte para mejorarlo, apoyarlo o disfrutarlo, pero no concibo que ningún “zorro” con favores o aportaciones, haga negocio con el deporte local y con el dinero de todos, ante la inmovilidad de una población, ¿dónde está la ética?.

Cada cuál, puede interpretar esta sencilla leyenda como le venga en gana. Hacer memoria y recordar la gestión de unos y otros en los últimos años con el deporte local, darle cara y nombre si es más fácil, o por el contrario, pasar del tema un día más como es habitual en este pueblo.
 

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