El diccionario ideológico de Julio
Casares define la corbata como:” Tira de tela, larga y
estrecha, que se pone alrededor del cuello y cuyas puntas se
dejan caer sobre el pecho o se anudan de varias maneras”. No
voy a hacer uso del diccionario de la Real Academia Española
de la Lengua, por ser el que más está al alcance de todos,
pero si echo mano del diccionario de la Lengua Española,
Lema, de Vox, que dice así:”Banda de tela que se pone por
debajo del cuello de la camisa y se ata por delante con un
nudo especial o lazo, dejando caer las puntas sobre el
pecho; es una prenda principalmente masculina que se
considera indispensable en ciertos ambientes formales:
Aflojarse la corbata; la corbata moderna tiene unos 140
centímetros de largo y de 8 a 10 de ancho; muchos ejecutivos
esperan con ansiedad el fin de semana para liberarse de la
corbata”.
Esta interpretación viene al pelo en el encuentro que se dio
hace un par de días en el Congreso de los Diputados entre el
presidente de la Cámara, señor Bono y el ministro de
Industria, Miguel Sebastián.
Bono podrá equivocarse, en algunos aspectos podremos estar
de acuerdo con él o no, pero a lo largo de los años que
lleva en política ha demostrado ser un señor, en el ambiente
privado y en el oficial. Aquí no iba a ser de otra forma,
cuando el ministro de Industria, el señor Sebastián se
presentó en el Pleno del Congreso con chaqueta y camisa,
pero sin corbata.
Esta situación, para quien guarda las formas y quiere que
los demás las guarden también, le resultó inapropiada a José
Bono, que a través de un ujier le hizo llegar una corbata al
señor ministro.
Todo un detalle por parte del presidente de la Cámara.
Hay quien justifica la postura de Miguel Sebastián porque en
su ministerio han aprobado una medida que permite a los
funcionarios no llevar corbata, salvo si van de actos
oficiales. Y es que al regular a 24 grados todas las
instalaciones de Industria, se pretende concienciar sobre el
uso responsable del aire acondicionado en verano. ¡¡Muy
progres ellos!!.
Visto así, Sebastián era coherente con las normas de su
ministerio, eso en principio y el propio Bono comentó que el
ministro se lo había explicado cuando recibió su cortesía.
Claro está que Sebastián había olvidado que no estaba en su
ministerio, sino en el Congreso y ese razonamiento no era
del agrado del presidente de la Cámara, que se hacía la
pregunta que se ha hecho media España y el 95% de la otra
media: “¿ y si esto ( al tratarse de un Pleno extraordinario
del Congreso de los Diputados) no es un acto oficial, qué
es? ¿Se trataba de una reunión folclórica?. No sé lo que
sería para el ministro, al insistir en no ponerse la
corbata.
Tras un hecho de este tipo, Trillo hubiera dicho:” Manda
huevos”, Bono o no dijo nada, o si lo dijo tenía el micro
cerrado y nadie le oyó.
Lo que se demuestra en situaciones como esta, que son más
que una simple anécdota, es que la categoría, o la elegancia
se tiene, no se compra, ni se adquiere con el carné con el
que se logran ciertos puestos.
Bono demostró categoría, demostró que es un señor, el otro,
el ministro, tal vez, lo quiera ser, pero en el Congreso, en
este caso, no dio la talla y dejó abierta la puerta para que
cualquiera, un día, vaya en chándal.
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