Pregunta.- ¿Qué hace una madrileña como usted tan
preocupada por el árabe ceutí y sus circunstancias?
Respuesta.- Cuando terminé mi tesis me fui a París con una
beca posdoctoral de dos años. Allí me metí en un grupo de
investigación dirigido por Dominique Caubet que estaba
estudiando el fenómeno del ‘code-switching’, la mezcla de
lenguas que se produce entre los inmigrantes marroquíes y
argelinos que viven en Francia. Estuve estudiando con ellos
toda la bibliografía sobre este fenómeno lingüístico,
procedente sobr todo de Estados Unidos sobre el spanglish y
dije ¡date!, en Ceuta ocurre lo mismo y sólo los ceutíes
saben que existe.
P.- Y de París, ¿a Ceuta?
R.- Mi estancia en París concluyó y solicité un contrato en
la Universidad de Zaragoza, donde presenté un proyecto para
estudiar la realidad lingüística ceutí y la mezcla de
lenguas que se produce entre el español y el árabe de Ceuta
para describirla como se ha hecho ya con el francés y el
árabe o el español y el inglés.
P.- ¿Cuando se puso a trabajar se encontró lo que esperaba?
R.- Me sorprendió la vitalidad del árabe en Ceuta. En
Francia las nuevas generaciones en muchos casos, no siempre,
tienden a comunicarse con sus amigos en francés o en algún
tipo de argot, dejando el árabe para la familia y el entorno
privado, pero en Ceuta no. Me llamó la atención que los
niños y los jóvenes, también en la calle, se hablan mucho en
árabe.
P.- ¿Alguna coincidencia?
R.- Sí, en ambos espacios se ve el uso del árabe como
estrategia para que no se les entienda, pero exactamente
igual que un ceutí bilingüe puede hablar en Marruecos en
castellano para evitar que se sepa lo que dice.
P.- Antes mencionaba el spanglish como gran referente de lo
que usted buscaba aquí. ¿Realmente puede establecerse un
parecido entre ambos fenómenos?
R.- El ‘code-switching’ ceutí, por decirlo de alguna manera,
no está tan elaborado como el de Francia, seguramente porque
la convivencia entre las lenguas no ha sido tan fluida ni
tan larga.
P.- ¿Sería correcto decir que acaba hablando spanglish o
cualquier otra forma de ‘code-switching’ quien no llega a
dominar ninguna de las dos lenguas en contacto?
R.- No. Precisamente es quien controla el español y el árabe
quien es capaz de combinar ambas. Las señoras mayores que no
han nacido en Ceuta y se han quedado en un entorno muy
reducido no pueden hacer ‘code-switching’. Son los chicos
jóvenes educados en las escuelas ceutíes que saben español y
árabe los que pueden hacerlo.
P.- Pero sólo los jóvenes de la comunidad musulmana
R.- Sí, ese es otro factor que también me sorprendió, el que
la comunidad ‘cristiana’, por así llamarla, casi no conoce
la realidad en la que vive. En mi trabajo de campo sobre el
terreno me he encontrado ceutíes que me decían que sus
vecinos hablaban rifeño, árabe clásico... Cosas que no
tienen nada que ver con la realidad.
“Falta de interés”
P.- ¿Cuál es la causa que produce ese efecto?
R.- Obviamente, por falta de interés. No quiero generalizar,
pero aprecio una falta de interés evidente hacia el vecino
inmediato en Ceuta, una afición por vivir de espaldas hacia
Marruecos y hacia todo lo que tiene que ver con el país
vecino.
El ‘árabe ceutí’
P.- Habla usted de ‘árabe ceutí’. ¿Qué incluye ese concepto?
R.- El dariya es la palabra árabe que podríamos traducir
como dialecto. Yo lo que hago con esa terminología es
distinguir lo que se habla en Ceuta del árabe de Marruecos.
El árabe ceutí es una mezcla del árabe que trajeron los
primeros marroquíes que llegaron a Ceuta, del norte y de
origen rural; del árabe de Tetuán, el más prestigioso del
norte del país; y del español. La mezcla de las tres cosas
origina lo que yo llamo el ‘árabe ceutí’.
P.- ¿Usted, que sitúa a esta ciudad “entre dos lenguas” en
el título de su libro, cree que este fenómeno repercute
sobre los resultados académicos de los jóvenes ceutíes?
R.- Esa es una pregunta difícil de responder. No debería
influir. Hay profesores estadounidenses que han estudiado a
fondo el fracaso escolar y que se preguntan por qué tiene
que haber bilingüismo de alta consideración, como ocurre con
el inglés y el francés, y de baja, como con el árabe. Pero
no hace falta ir a Estados Unidos: hay una investigación muy
interesante sobre los colegios españoles de Tetuán, con
niños arabófonos que estudian en español y que no tienen
apenas fracaso escolar.
P.- La arabista Maribel Lázaro sí cree que es un factor
influyente y de hecho aboga por la introducción del árabe en
las escuelas
R.- Yo también creo que debe incluirse. Los niños de los
colegios españoles de Tetuán sí estudian el árabe en la
escuela porque les ayuda. El bilingüismo no es la causa del
fracaso escolar, o al menos no la única o la principal, pero
valorizar la lengua de los niños en la escuela sería
positivo para ellos. A mí me han contado niños en la ciudad
que se les castiga por hablar árabe con otros compañeros en
el colegio.
P.- ¿Se le ocurre alguna fórmula para esa integración por la
que ambas abogan?
R.- En Francia ha habido algún experimento, pero sobre todo
en Secundaria y en la universidad. De todas formas no creo
que haya que ir tan lejos. Insisto: el ejemplo perfecto lo
tenemos en Tetuán. Habría que preguntar a esos colegios
españoles cómo lo hacen o esperar a ver los resultados de
esos cuatro institutos que introducirán el árabe en
Andalucía desde el próximo año académico. Si la cosa
funcionara sería una publicidad extraordinaria para la
ciudad, pero es complicado.
P.- ¿Complicado académica, social o políticamente?
R.- Cualquiera sabe que a quien se le ocurra plantear algo
así en Ceuta se encontrará con una buena parte de la ciudad
en contra y enfrente, abiertamente beligerante.
P.- Simplemente hablar del asunto ha traído dificultades a
algunos profesionales
R.- Conozco lo sucedido con el curso titulado ‘El Español
como Nueva Lengua en Ceuta’. Es algo bastante tonto..
P.- ¿Qué le parece la fórmula de utilizar el árabe como
lengua vehicular para algunas asignaturas que plantean
algunos?
R.- No creo que haya un camino determinado. En cualquier
caso creo que debería ser una introducción progresiva,
porque acometerlo de forma drástica podría ser perjudicial
para los colegios. Tal vez una vía razonable pasase porque
todos los niños, tanto los arabófonos como los hispanófonos,
aprendieran la lengua. Si con el paso del tiempo llegase a
ser vehicular me parecería maravilloso, pero no sé si viable
porque temo que cualquier cambio drástrico llevaría al
desastre.
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