Es uno de los términos más
absurdos que llevamos oyendo desde hace varias décadas,
cuando la falsa “progresía” quiere hacerse valer, como
guardadora de los auténticos valores políticos y humanos de
este país que es España.
Y es curioso que es tildado de facha aquel que resalta los
valores de su país que es España, y es tildado de facha,
también, aquel que ni oculta, ni se avergüenza de su
bandera, en los lugares más visibles.
Quienes utilizan el término España con hombría, honradez y
sensatez, quienes lucen la bandera española en una pulsera,
en el cuello de un “niki” , o en cualquier parte, no están
haciendo más que exhibir lo que son, españoles sin más, sin
mirar otro tipo de carné.
Pues bien, el mes de junio ha sido, bajo estas perspectivas,
el mes que más ha puesto a cada uno en su sitio y ha
colocado al 95% de los españoles en las filas de los fachas.
Eso, al menos, podemos deducir de lo que hemos visto en
torno a la Selección Española de Fútbol, que se ha visto
arropada, como nunca, por la bandera rojigualda y que ha
sido animada, como jamás lo habíamos visto y oído, al grito
de ¡España, España!.
¿En qué quedamos, pues? ¿En que sacar y mostrar nuestra
bandera es propia de fachas, en que el 95% de los españoles
somos fachas, o en que esa palabra es, únicamente, un
distintivo insultante, propalado por una progresía caduca y
trasnochada?.
Si la ostentación que se ha hecho de banderas y de apoyos
con el nombre de España, por delante, es sincera, creo que a
partir de ahora el término facha debe ser desterrado de la
circulación, o debe ser tenido como sinónimo de “español
seguidor y defensor de España”. Todo lo demás estaría fuera
de lugar, como estuvo fuera de lugar la manifestación de
algún nacionalista, republicano, que apostaba con todo su
corazón por Rusia, frente a España.
Esos, llevados por su síndrome separatista, dijeron en aquel
momento lo que sienten y dicen a diario. Los otros, los que
en la Plaza de Colón, en varios polideportivos o en las
terrazas de mi pueblo hacían ondear las banderas españolas,
estaban demostrando lo que son y, a veces, no se atreven a
reconocerlo en público, porque consideran eso algo a tono
con ciertos momentos del pasado.
Debe quedar claro, y con el fútbol ha quedado, que la
exclusividad de la españolidad, o los colores de una bandera
no son propios y sólo de ellos, tengan la forma de pensar
que tengan. Y también ha quedado claro que el vocabulario
que utilizamos, a menudo, está, en multitud de ocasiones,
corrupto y lleno de terminologías que, o no se sabe, o no se
quiere saber lo que significa.
Yo decía, más arriba, que el mes de junio nos había hecho
ver que la bandera no pertenece a grupos cerrados, pero
centrándome aquí, en Ceuta, debo decir que nuestra ciudad se
adelantó siete meses al resto de España, cuando la visita de
SSMM los Reyes de España a nuestra ciudad.
Ese día, todos los credos, todas las culturas y todas las
tendencias políticas mostraban unos mismos colores. Nadie
esquivó hacerse con una bandera y mostrarla a los cuatro
vientos. Y es que el sentido de la necesidad de un
conocimiento de la historia como guía del destino de Ceuta
se había hecho patente más que nunca, puesto que ciertos
ideales no valen nada cuando la razón sensata actúa sin
presiones. Así es España, aunque sea con “fachas”.
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