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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 2 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Fuengirola es una ciudad a la que le tengo un gran cariño, y donde suelo pasar, cada año, los quince días de descanso correspondientes. Esos días que te permiten cargar las pilas y volver como nuevo. Por supuesto que allí, en esa ciudad que me encanta, a igual que en otras de cualquier rincón de España, tengo propiedad alguna. Las cosas claras y el chocolate espeso

Mí frágil economía jamás me ha permitido el lujo de tener segunda vivienda al otro lado del Estrecho. Naturalmente que jamás he tenido cargo alguno, que me haya hecho ganar la pasta suficiente como comprarme una casita de nada. Sin señalar, que señalar está una jartá de feo.

Oiga, que me da igual quien o quienes tengan segundas viviendas allende de los mares. Ni es mí problema ni, por supuesto, mí preocupación. Jamás me ha interesado lo que cada hijo de vecina tenga o deje de tener. Ese no es mí problema.

Mí problema se centra, en ver la fórmula de encontrar un puestecito de esos que te dan por ganar la oposición del dedo y ganas una pasta gansa, por le enorme fuerza del “dedatil”. En la mayoría de las ocasiones, no tienen el menor conocimiento del puesto que han logrado alcanzar. Y cuando, algunos, rizan el rizo, es creyéndose que son alguien cuando son, simple y llanamente, unos analfabetos, a los que sus padrinos han conseguido que le den la gorra y le pito.

Bueno, vamos a dejar el asunto este, y vamos a centrarnos en lo que les quería contar de esa ciudad, Fuengirola, a la que le tengo un gran cariño.

Si algunos te ustedes, por esas cosas de la vida deciden visitarla tenga en cuenta este consejo que no deben olvidar. El problema principal surge si van en autocar. Por principio hay que reconocer que Algeciras tiene una buena Estación de Autocares, que deja en muy mal lugar a la Estación tercermundista de Fuengirola.

Esas clases de estaciones, en medio de la calle, con los autocares apelotonados donde, usted se ve y se desea para saber cuál es el autocar que debe tomar para regresar a Algeciras, no existen ya ni en los pueblos más remotos.

De entrada si su autocar, que viene de Málaga, tiene prevista su llegada, vamos a llamarle, por llamarle algo, a la estación de Fuengirola a las once cuarenta y cinco, en la ventanilla de billetes anticipados, le dirán que no se lo pueden vender hasta las 11,30. Si viene con algo de retraso, por ejemplo a las doce, le dicen que hasta menos diez no le pueden vender el billete.

Por fin tienen a bien venderle el dichoso billete y, a partir de esos momentos, tiene usted que tener cien ojos para saber donde va a parar el autocar y saber cuál es. Una vez ocupada su plaza, siente la satisfacción de haber vencido en ese safari que ha tenido que realizar sobre el asfalto de esa estación de autocares. Lo de estación, reiteramos, es un decir, pues como en las películas “todo parecido con la realidad es pura o mera coincidencia” .

No exageramos nada, es una realidad que usted puede comprobar en cuanto lo desee. Y que conste que siento tener que escribir esto sobre una tierra por la que siento un gran cariño. Su estación de coches de línea es tercermundista.
 

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