No hemos hecho más que comenzar el
verano y como viene siendo habitual, desde hace ya varios
años, se nos muestra el fantasma de la economía para el
próximo otoño, unido, naturalmente, a las constantes subidas
del barril de petróleo, con la consiguiente subida, también,
de los carburantes.
Así, aun en vacaciones, la mente está puesta en lo que va a
venir, especialmente cuando comience el nuevo curso y tanto
libros como equipo de los chavales va a costar, un 15% más
de lo que costó el pasado año, y los medios de transporte
pueden tener un alza por encima del 10% de cómo estaban el
otoño pasado.
A todo esto, los salarios, quienes los tienen, han tenido un
aumento, como mucho de un 3%. Las consecuencias son claras:
la sociedad está perdiendo más su poder adquisitivo, y los
países son incapaces de frenar esa marcha de las economías
occidentales.
Los productores y exportadores de petróleo tienen en sus
manos el hundimiento de la economía occidental, si es que no
se da un giro a las fuentes energéticas y se tira por otros
derroteros.
La energía nuclear es rechazada y detestada por un gran
número de habitantes. La sociedad tiene demasiado miedo a
las consecuencias de esa alternativa a la energía
dependiente del petróleo. Para muchos, la sociedad está en
un callejón sin salida, o eso es lo que parece, aunque hay
quien se afana en ver como alternativa, aunque sea a largo
plazo, la energía eólica.
En este terreno no creo que yo sea muy objetivo a la hora de
tratarlo, puesto que he vivido en mi propia tierra, en el
corazón de Castilla, como desde mi pueblo se rechazaba, o
más aún se oponía la población a la instalación de
aerogeneradores en la sierra. Yo también me opuse, y no sé
si de verdad teníamos razón.
Sin embargo, no podemos obviar que este tipo de energía
puede ayudar a ir disminuyendo, poco a poco, aquella otra
que depende únicamente del petróleo y hoy mismo tenemos ya
en las inmediaciones de Zaragoza una serie de hectáreas
pobladas por estos “molinos” que empiezan a dar sus frutos.
Ahora bien, no ha sido en esa zona cercana a Zaragoza donde
primero se han instalado los aerogeneradores en serie, pues
tenemos muy cerca de aquí, en la ruta Algeciras – Tarifa el
campo pionero de “molinos” en gran cantidad, en una zona de
vientos constantes, con buen clima y en unos terrenos que no
producían nada.
Ahí si desconozco su producción en estos momentos, pero debe
ser rentable cuando a menos de 50 kilómetros de esa zona, en
la Ruta del Toro, veo que una finca importante con toros de
lidia, la de Cebada Gago, está troceada y con una serie de
aerogeneradores que “dan sombra” a los toros que un día
tendrán que lidiarse en Madrid, Sevilla o Pamplona.
Uno que conoce un poco lo que producen las fincas de toros
bravos hoy, si son de categoría, tiene que empezar a creer
en un buen rendimiento económico de los “molinos”, con lo
que de ser así en mi pueblo nos hemos equivocado.
Tanto “molinito” que vemos en los cerros cercanos a Ceuta en
Marruecos, también puede que un día, aun rompiendo el
paisaje, sea capaz de paliar las deficiencias que en la
economía nos está acarreando el petróleo y sus precios.
Al ir por Tarifa, a Zaragoza o por la Ruta del Toro
comenzamos a pensar si será posible que un nuevo don Quijote
tenga que hacer frente a los molinos de hoy y solucionar él
la economía de occidente.
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