Es lo que sucedió el pasado jueves
con España, desde las siete de la tarde, y es lo que va a
ocurrir hoy, desde media tarde, al estar todos –incluidos
aquellos que nunca van al fútbol- tratando de lograr el
mejor sitio, la mejor terraza o las mejores compañías, para
apoyar a la Selección.
Si somos sinceros, y aquí lo somos siempre, no pensábamos ,
desde el segundo partido, que la Selección iba a llegar tan
lejos, pero en esta ocasión se han conjuntado las tres
premisas de las que hablamos muchas veces: “ querer, saber y
poder”, con lo que España se ha metido en la final, y tiene
todas las posibilidades de sacar adelante una victoria más.
Y la euforia, no podía ser de otra manera, ha subido hasta
límites impensados, porque el Equipo Nacional ha jugado,
especialmente en el encuentro ante Rusia, en la segunda
parte, como no había jugado jamás, en los últimos 50 años.
Rusia nos dio la oportunidad de disfrutar de aquella
Eurocopa de 1964, aunque aquello era otra cosas, y Rusia ha
sido la selección que ha dado pie a que España brille por sí
misma, en una gran competición ahora. Rusia se nos da bien.
Ahora, como en las buenas tardes de toros, ha llegado el
momento de la verdad y hay que rematar la faena, por
completo, ante Alemania, una selección correosa, que no hace
florituras, que tampoco las permite y que venderá muy cara
la derrota.
Y la victoria lograda ante Rusia ha dejado satisfechos a
todos, bueno, a media docena de impresentables no, pero esos
ya se sabe, movidos por su ambiente separatista, aunque sea
en el deporte, hubieran preferido, lo dijeron, que ganara
Rusia. Lo celebramos, aún más, que fuera al revés, como al
revés deseamos y desearemos siempre que se lleven a cabo sus
ideales políticos.
Tiempo tendré de tocar ese tema otro día, porque hoy, en la
tarde del domingo, con la radio puesta por un lado, la
televisión por otro y un café, un té, una caña de cerveza o
lo que sea, pasaremos dos horas de auténtica fiesta, fiesta
que puede prolongarse muchas horas más, si es que llega el
triunfo, y si no llegara, que nos quiten “lo bailao”, porque
llegar hasta donde se ha llegado lo hubiera firmado el
mismísimo seleccionador al salir de España.
Y una baja importante, la de Villa, pero hay personal en el
banquillo que puede suplir esa ausencia, por lo que salga el
que salga, hay confianza, más que de sobra, para aspirar a
todo, incluso a llegar a los penaltis y tener éxito.
Es la tercera vez que España llega a la final en este
campeonato. En la primera, en el Santiago Bernabéu, España
venció a Rusia, con el anterior Jefe del Estado en el palco.
En la segunda, un fallo del buen guardameta Arconada, dio el
triunfo a la Francia de Platini, y ahora ante Alemania, sea
cual sea el resultado, para España será un desempate.
Y tres seleccionadores en el banquillo español, Pepe
Villalonga, Miguel Muñoz y, ahora, Luis Aragonés. Todo esto
a lo largo de casi medio siglo 1964, 1984 y 2008.
Goles hubo pocos en esas finales, en esta ya lo veremos y
super figuras las hubo y las hay en el combinado nacional de
España, desde Luis Suárez, Amancio, e Iríbar, pasando por
Arconada, a pesar del fallo, Maceda o Camacho, hasta llegar
a Casillas, Cesc o Xavi. Curiosamente siempre destaca algún
portero. La tarde no se puede presentar mejor.
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