De la experiencia de estos años
extraigo dos conclusiones: que para enfrentarse a los
problemas y a las situaciones difíciles, prudencia,
moderación y mucho sentido común; y para el quehacer diario,
trabajo, altura de miras e ilusión”. Esa fue la frase con la
que, hace un año, el que por aquel entonces revalidaba su
responsabilidad al frente del Gobierno de la Ciudad, Juan
Vivas. Doce meses después, el líder del Ejecutivo autonómico
hará mañana balance de lo ocurrido y de lo conseguido en
estos 365 días de la nueva legislatura que se inició tras
los comicios del 27 de mayo. En aquellos comicios,
conveniente es recordarlo para no llamarse a engaño, la
candidatura que encabezaba el actual presidente de la Ciudad
se ganó el apoyo del 65% de los ceutíes, por lo que su
desempeño debe ser observado, ante todo, bajo la lupa de lo
que se comprometía a hacer desde la planta noble del Palacio
autonómico. Con cerca de tres años aún por delante, nadie
puede negarle al Ejecutivo actual, que todavía no ha
experimentado ningún cambio, el haberse movido con
prudencia, moderación, sentido común e ilusión. Incluso en
los momentos más difíciles, cuando arreciaron las críticas
por su deseo de llevar el Mercado Central de Abastos a la
Manzana del Revellín, el Gobierno ceutí ha sabido recomponer
sus proyectos a la luz de la realidad y no seguir adelante
contra lo que imponía la sensatez. Lo que en algún momento
se ha considerado desde ciertos púlpitos como un error de
bulto debe contemplarse también desde la óptica de que quien
yerra y sabe corregir es mucho mejor gobernante que quien no
se da cuenta siquiera de que se equivoca y defiende a capa y
espada sus ideas contra la opinión de los demás. El fin de
la legislatura nacional ha dado, además, un nuevo impulso a
la colaboración entre la Ciudad y la Delegación del
Gobierno, que parecen regirse ahora, cada uno desde su color
y su óptica política de las prioridades que debe tener, bajo
unos mismos principios básicos: trabajo, prudencia, sentido
común e ilusión.
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