Recientemente ha sido editado en
Francia por “Éditions Scali” un importante libro firmado por
Abdelatif Filali, político marroquí de primera que ha sido
embajador, ministro de Asuntos Exteriores y Primer Ministro,
trabajando estrechamente con los reyes Mohamed V y Hassan II.
La obra, de 318 páginas titulada “Marruecos y el mundo
árabe”, está prologada en París por Hubert Védrine, antiguo
ministro de Asuntos Exteriores entre 1997 y 2002. Para el
diplomático francés podría perfectamente titularse “Por un
renacimiento árabe”, lo que acercaría a Filali a los
principios ideológicos de la Salafiya, siendo en todo caso
un libro -afirma Védrine- “que debería dar que pensar a los
franceses y a los occidentales”, probablemente por más
motivos de los que piensa el diplomático de nuestro vecino
país del noreste.
En su notable trabajo, bien escrito y usando privilegiadas
fuentes, Abdelatif Filali hace un repaso histórico desde los
tiempos del Protectorado francés y español (colonialismo
puro y duro para el autor), las pasiones de Hassan II y las
relaciones del Reino de Marruecos con Argelia y Túnez, sin
olvidarse de Irak, el desenlace de la dinastía Pahlevi en
Irán, la crisis de Medio Oriente y el drama palestino para
finalizar con un interrogante: “El mundo árabe, ¿una
ficción?”. La legitimidad de la reivindicación marroquí
sobre el Sáhara Occidental reposaría, según Filali, en el
origen marroquí de las dinastías Almorávides y Almohades
“que han reinado sobre Marruecos y sobre España siendo
originarias de esta región y de Mauritania”. No exactamente:
la dinastía Almohade es del Atlas… y este discurso -quizás
no cae en ello el autor- validaría también la reivindicación
(por el norte geográfico) hasta el río Tajo… Muy curioso. El
interés español sobre el Sáhara descansaría, a su vez, sobre
la riqueza en fosfatos de la región y, sobre todo, por los
ricos campos de pesca frente a las Islas Canarias y desde
Mauritania hasta Tánger porque además, según expone Filali
(he aquí un lindo ejemplo de diplomático metido a “gourmet”
haciéndole la competencia al mismísimo Carlos, Arguiñano
naturalmente), “cada uno conoce la pasión de los españoles
por el pescado” (pág. 114). Original reflexión, ¿verdad?,
cierta sin duda no diré lo contrario, pero inferior aun
señor Filali a nuestro gozoso deleite para con el buen vino
y el jalufillo, porque del cerdito querido amigo son
ricos-ricos (¿verdad Arguiñano?) hasta los andares… Filali
vuelve a recordarnos que en la “Almasira Khadra” (Marcha
Verde) de 1975 sobre el Sáhara español, cada uno de los
350.000 “voluntarios” marroquíes iban “armados” con un
Corán, en una moderna versión de aquél grito de la I Cruzada
que clamaba “¡Dios lo quiere!”…, lo que nos conduce a otra
curiosa conclusión: la utilización de la religión como base
de la reivindicación nacionalista marroquí, en aparente
alineación con aquél principio islámico que apunta a la
obligación para el creyente de luchar (yihad) para recuperar
cualquier territorio que, en algún momento de su historia,
llegó a ser musulmán... Cuando menos inquietante, ¿no
creen?.
Aquellos interesados en la obra, sugiero pónganse en
contacto con el firmante: por 15 euros del ala (y una
cervecita de comisión) no tengo inconveniente en importar
unos cuantos libros, vía El Tarajal, a Ceuta, ciudad
querida. ¡Y no se olviden del “pescaíto” frito!.
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