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OPINIÓN - VIERNES, 27 DE JUNIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Las bengalas de San Juan
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

No sólo en el levante español es el punto de arranque de cualquier tipo de fiesta. En la mayor parte de las fiestas de nuestro país, sea en la parte que sea de nuestra geografía, ferias o fiestas comienzan o terminan, o comienzan y terminan con algún tipo de fuegos artificiales, acompañados de los correspondientes petardos y bengalas.

Ni que decir tiene que es atractivo y llamativo, especialmente en la noche, aunque no siempre se valora o se calculan los riesgos que algunos de estos elementos pirotécnicos pueden ocasionar.

La noche de San Juan es la noche del fuego, por excelencia, es una noche en la que ese fuego, reflejo de otros fuegos sagrados, daba entrada a la estación veraniega y rompía parte de los maleficios que se habían producido.

Las hogueras de San Juan quemaban o destruían todas las maderas viejas e inservibles del mobiliario arrinconado que ya no era útil. Es, querámoslo o no, una reminiscencia de fiestas paganas propias del solsticio de verano.

Aquello quedó ya muy atrás y ahora se está haciendo de ello un verdadero, pero nuevo, espectáculo del que disfrutan poblaciones enteras y con el que se entretiene una gran parte de la población, de todas las edades.

En Ceuta no podía faltar y tampoco este año faltó, agrandado por el buen tiempo y con la Bahía Sur como punto de referencia.

Pero el fuego quema, o puede quemar, y en esta ocasión, posiblemente no se midieron totalmente los riesgos y quien sufrió las consecuencias, estando en su puesto de trabajo fue un servidor del orden, un hombre de la Guardia Civil, cuando dos bengalas explosionaron en su embarcación.

La embarcación de la Guardia Civil, se dice que estaba a unos 400 metros de la costa, frente al Chorrillo, la explosión de artificios pirotécnicos debería haber alcanzado, como máximo unos 100 metros, con lo que aquí algo falló que pudo traer consecuencias muy graves, o mucho más graves, puesto que la gravedad ya está, en el hecho de que un sargento recibió quemaduras de primer y segundo grado, por lo que tuvo que ser atendido en el Hospital.

Dentro de la gravedad que, repito, pudo ser mayor aún, hubo suerte de que la embarcación no sufriera daños, lo que evitó otro tipo de males mayores e irreparables.

Y lo más curiosos de todo esto, lo que nos muestra la labor de ciertos protectores del orden, y la Guardia Civil estaba ahí, como siempre, con esas funciones, es que el público no se percató, no se enteró de lo que había sucedido, en una noche de fiesta, fiesta pagana, que pudo traer unos resultados y unas consecuencias que nadie hubiera deseado.

Ceuta y el mar, las fiestas y las tradiciones, el buen funcionamiento del orden, la seguridad y el buen hacer de quienes nunca fallan, estuvieron presentes en la noche de San Juan.

Sólo una persona, ese sargento de la Guardia Civil, no guardará un grato recuerdo de esta noche. Pero nosotros sí que queremos desearle un rapidísimo restablecimiento de unas heridas recibidas mientras estaba cumpliendo con su obligación. No lo podemos dejar de lado, este hombre era del cuerpo de la Guardia Civil y eso, visto desde cualquier perspectiva nos merece, y mucho, la pena. Cumplía con su trabajo para que otros se estuvieran divirtiendo y ahí recibió algo que ni los que estaban de fiesta ni él lo hubieran querido.
 

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