No sólo en el levante español es
el punto de arranque de cualquier tipo de fiesta. En la
mayor parte de las fiestas de nuestro país, sea en la parte
que sea de nuestra geografía, ferias o fiestas comienzan o
terminan, o comienzan y terminan con algún tipo de fuegos
artificiales, acompañados de los correspondientes petardos y
bengalas.
Ni que decir tiene que es atractivo y llamativo,
especialmente en la noche, aunque no siempre se valora o se
calculan los riesgos que algunos de estos elementos
pirotécnicos pueden ocasionar.
La noche de San Juan es la noche del fuego, por excelencia,
es una noche en la que ese fuego, reflejo de otros fuegos
sagrados, daba entrada a la estación veraniega y rompía
parte de los maleficios que se habían producido.
Las hogueras de San Juan quemaban o destruían todas las
maderas viejas e inservibles del mobiliario arrinconado que
ya no era útil. Es, querámoslo o no, una reminiscencia de
fiestas paganas propias del solsticio de verano.
Aquello quedó ya muy atrás y ahora se está haciendo de ello
un verdadero, pero nuevo, espectáculo del que disfrutan
poblaciones enteras y con el que se entretiene una gran
parte de la población, de todas las edades.
En Ceuta no podía faltar y tampoco este año faltó, agrandado
por el buen tiempo y con la Bahía Sur como punto de
referencia.
Pero el fuego quema, o puede quemar, y en esta ocasión,
posiblemente no se midieron totalmente los riesgos y quien
sufrió las consecuencias, estando en su puesto de trabajo
fue un servidor del orden, un hombre de la Guardia Civil,
cuando dos bengalas explosionaron en su embarcación.
La embarcación de la Guardia Civil, se dice que estaba a
unos 400 metros de la costa, frente al Chorrillo, la
explosión de artificios pirotécnicos debería haber
alcanzado, como máximo unos 100 metros, con lo que aquí algo
falló que pudo traer consecuencias muy graves, o mucho más
graves, puesto que la gravedad ya está, en el hecho de que
un sargento recibió quemaduras de primer y segundo grado,
por lo que tuvo que ser atendido en el Hospital.
Dentro de la gravedad que, repito, pudo ser mayor aún, hubo
suerte de que la embarcación no sufriera daños, lo que evitó
otro tipo de males mayores e irreparables.
Y lo más curiosos de todo esto, lo que nos muestra la labor
de ciertos protectores del orden, y la Guardia Civil estaba
ahí, como siempre, con esas funciones, es que el público no
se percató, no se enteró de lo que había sucedido, en una
noche de fiesta, fiesta pagana, que pudo traer unos
resultados y unas consecuencias que nadie hubiera deseado.
Ceuta y el mar, las fiestas y las tradiciones, el buen
funcionamiento del orden, la seguridad y el buen hacer de
quienes nunca fallan, estuvieron presentes en la noche de
San Juan.
Sólo una persona, ese sargento de la Guardia Civil, no
guardará un grato recuerdo de esta noche. Pero nosotros sí
que queremos desearle un rapidísimo restablecimiento de unas
heridas recibidas mientras estaba cumpliendo con su
obligación. No lo podemos dejar de lado, este hombre era del
cuerpo de la Guardia Civil y eso, visto desde cualquier
perspectiva nos merece, y mucho, la pena. Cumplía con su
trabajo para que otros se estuvieran divirtiendo y ahí
recibió algo que ni los que estaban de fiesta ni él lo
hubieran querido.
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