Estoy, como todas las tardes a
determinada hora, disfrutando de mi habitual bebida
espirituosa y serena en la mesa de la terraza de la Gran Vía
correspondiente a uno de mis bares favoritos, que no es de
tapas, gentilmente servido por Carmen, la simpática,
agradable, divertida y cariñosa camarera y siempre saludado
con respeto por Iván, con el que a menudo intercambio
pareceres y que no se permite desaparecer la sonrisa de su
cara. Inmaculada, la guapa titular del establecimiento,
sigue ahí con todo su garbo.
Mientras tomo la espirituosa y serena bebida, agitada no
mezclada como a mí me gusta, junto a otros amigos y amigas,
sale a colación la manida reducción de los efectivos
militares en la Ciudad.
No puedo por menos de cabrearme ante opiniones tan
contradictorias como chabacanas contra el supuesto problema
que representa para la Ciudad.
Que yo sepa, los socialistas no mandaron a los reclutas de
vuelta a casa, cesando por tanto el servicio militar
obligatorio y con ello amputando una de las ramas económicas
de la ciudad. Estaban gobernándonos los peperos y contra
éstos no se levantaron ni la más mínima queja. Y eso que
trasformaron nuestra próspera, entonces, ciudad comercial en
un almacén de pedigüeños de subvenciones.
Esta aberración que muestran algunas personas sobre una
decisión gubernamental, habla por sí sola de la verdadera
disposición de esa gente por atacar, de manera partidista,
unas decisiones que no pueden ser comentadas por su
condición de secreto de Estado.
Algunos, muchos, no saben ni un ápice de los mecanismos
legales que controlan nuestra vida política. De hecho si
leyeran con detenimiento, no superficialmente como ocurre en
casi todos los casos, nuestra Constitución, sabrían que en
el Título V ‘De las relaciones entre el Gobierno y las
Cortes Generales’ no especifica en absoluto que el Gobierno
tenga que responder al Senado. Solamente ante el Congreso de
Diputados.
Ello confiere que la ignorancia supina, de quienes escriben
y critican las acciones políticas sin un conocimiento
preciso, solo conduce a empeorar la educación política de
los ciudadanos con falsas premisas. Así como falsear la
verdad como esa de achacar a Felipe González una decisión
que éste no tomó.
La ignorancia del derecho es el desconocimiento de la ley,
el cual a nadie excusa, porque rige la necesaria presunción
o ficción de que, promulgada cualquier ley, han de saberla
todos. Ello se traduce en que un ente gubernativo autónomo
tiene, por fuerza, que saber los mecanismos de las leyes que
rigen su conducta y sus formas de llevar a cabo propuestas y
peticiones.
Como el tema principal de este artículo está referido a la
supuesta reducción de militares, que en realidad no es tal
reducción a menos de que denominemos a la tropa como no
militares, vamos a ceñirnos en eso.
Una decisión de Gobierno, que no afecta a leyes, dentro del
marco correspondiente a la Defensa tiene su mecanismo de
funcionamiento adecuadísimo a las necesidades de la misma.
Dentro de esos mecanismos existe lo que todo el mundo debe y
tiene que respetar: el secreto de Estado o la materia
clasificada como reservada.
Por ello no comprendo la tendencia actual del diputado del
PP local ni de nuestro Gobierno autónomo de insistir en
cifras cuando lo que de verdad importa son las
características del plan militar mediante el cual se lleva a
cabo esas decisiones. En vez de preguntar el porqué lo hace,
preguntan porqué reducen personal… es una pregunta retórica
y sin fundamento real para la Defensa.
Supongamos que tenemos una confrontación bélica. Supongamos
que en nuestra ciudad hay más mandos que tropa. ¿Irán los
mandos en primera línea de fuego y a pie? ¿No se
contradecirán unos y otros al tener el mismo grado de mando?
Si nos atenemos a lo que se, no veo a dónde conducirá que en
determinados puntos logísticos del ejército, en nuestra
ciudad, existan hasta seis mandos por dos subalternos. Esto,
en palabras llanas, significa “una cagada”.
A no ser que nuestras autoridades miren el bolsillo de
quienes no tiene el adjetivo de subalternos y ello tampoco
se comprende porque quienes de verdad se beneficiarían de la
existencia de más oficiales que tropa son los comerciantes y
los peperos… hasta ahora, ¿serán comerciantes todos los
componentes de nuestro gobierno local? ¿votarán, ciegamente,
los miembros de tropa al PP?
Que quede claro que no soy machista, pero escribir
“miembras” me suena rarísimo. Además no existe en el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
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