El pasado 8 de junio un matemático
de origen marroquí natural de Figuig, Mohamed Moussaoui,
sucedía para los próximos tres años al argelino Dalil
Boubakeur a la cabeza del Consejo Francés de Culto Musulmán
(CFCM, creado en 2003 por Sarkozy), organismo representativo
de los, al menos, cinco millones de musulmanes residentes en
Francia (tan solo unos 6.000 antes de la I Guerra Mundial),
país que cuenta actualmente con una población de 58 millones
de personas. Responsable de la mayoritaria asociación
“Rasemblement des Musulmans de France” (RMF), reputada como
moderada y promarroquí, la candidatura de Moussadi era
votada por 40 de los 54 miembros del Consejo y flanqueada
por tres vice-presidencias en un intento de lograr un
equilibrio interno: Chems-Eddine Hafiz (responsable de la
prestigiosa Gran mezquita de París), Fouad Alaoui (Unión de
Organizaciones Islámicas de Francia, UOIF, próxima al
movimiento fundamentalista de los “Hermanos Musulmanes”) y
Haydar Demiryurek, en nombre del minoritario pero influyente
Comité de Coordinación de los Musulmanes Turcos de Francia.
Considerado un hombre dialogante y de consenso, Moussaoui
fue rápidamente felicitado por Richard Pasquier en nombre
del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de
Francia (CRIF) mientras el ministro del Interior Michèle
Alliot-Marie, cuyo departamento supervisa los lugares de
culto, destacaba sus “cualidades de hombre tolerante y de
paz”.
Sin contar con los inmigrantes sin regularizar ni la marea
conversa (varios miles), el origen de los mismos sería el
siguiente obviando a los musulmanes netamente franceses de
segunda generación, que elevarían considerablemente la cifra
inicial: 1,5 millones procederían de Argelia, 1 millón de
Marruecos, 400.000 de Túnez, 340.000 subsaharianos
fundamentalmente de Mali y Senegal, 313.000 turcos y 70.000
musulmanes procedentes del Asia Central. Las ocho mezquitas
más importantes de Francia están financiadas, en todo o en
parte, por Arabia Saudí, Marruecos y Argelia, en lo que no
deja de ser una peculiar e indirecta injerencia en la
soberanía de otro país… Así y según fuentes oficiales, entre
unos 1.600 imames tan solo un 9% serían de origen francés,
el 40% marroquíes, 24% argelinos, 15% turcos, 6% tunecinos y
otro 6% procedentes de diferentes países de África y Oriente
Medio, con una formación teológica que en general dejaría
bastante que desear según Abdellah Boussouf, responsable en
el CFCM de la formación de imames. En Francia como en
España, el Islam representa ya la segunda religión después
del Catolicismo (43 millones de fieles sobre el papel), muy
por delante del Protestantismo (800.000), el Judaísmo
(700.000) y el Budismo (400.000).
Uno de los temas que deberá resolver Moussaoui es la gestión
del “zakat” o limosna voluntaria, que en ciertos ambientes
fundamentalistas se contempla como un “impuesto
revolucionario”. Además, ¿ es el CFCM realmente
representativo?, porque según ciertas fuentes menos de un
10% de los musulmanes son practicantes regulares, yendo por
tanto un gran número por libre al igual que en España, si
bien en nuestro país la presencia musulmana de origen
marroquí es ampliamente mayoritaria.
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