Como docente durante casi cuarenta
años, este ha sido el número 39 en mi profesión, no hay nada
que me aterre más que comprobar que cada día se lee menos y,
por consiguiente, cada día se razona peor.
Muchos años, por iniciativa propia, he impartido algún curso
de Lengua Española y no hay nada que haya soportado peor que
comprobar como alumnos, a las puertas del Bachillerato, son
incapaces de leer un texto correctamente y por ello no
pueden interpretarlo ni valorarlo en su justa medida.
La cosa no viene de ahora, aunque ahora la cruda realidad
esté superando a la propia ficción, y digo que no viene de
ahora, porque desde que por iniciativa de ciertos pedagogos
lo más importante era que el niño jugara y jugara mucho,
haciendo, incluso, de la clase un juego, todo lo que vino
después fue la negación al esfuerzo, la apatía por los
estudios y la dejación por la lectura.
Ahora, en estos días, comienzan las vacaciones, y tanto
padres como hijos están haciendo ya, si es que no lo
hicieron antes, todo tipo de proyectos para el verano, con
buenas vacaciones, mejores playas, viajes a todas las partes
que se puedan hacer ..., pero en ningún proyecto de esos hay
algún capítulo en el que aparezca un libro de por medio,
para llenar esas “horas muertas”, para dejar un espacio a
otro tipo de distracciones. Eso es muy aburrido, eso lo
hacen sólo los que no tienen otra cosa mejor, y es posible
que hasta tengan razón, porque el que sea una mayor parte la
que no lee, ni un TBO, implica que no debe ser importante y
que, por consiguiente, la lectura es un “engañabobos”.
Así nos luce el pelo, sabemos hacer múltiples juegos en el
ordenador, con lo que para muchos padres el “nene” ya es
informático, cuando todavía no ha aprobado las Matemáticas
de la ESO.
La lectura, dicen, cansa, aburre, no da para entretenerse y
cuando llega el momento de la verdad, a duras penas se sabe
leer un titular de prensa, y mucho menos se sabe distinguir
entre una información, un comentario o un artículo de
opinión.
En este berenjenal hemos entrado, no se leen libros que
eduquen porque eso era de épocas pasadas, que no hay que
recordar, no se leen libros de problemas de actualidad,
porque esos problemas ya los solucionarán los políticos
¡¡”Apañaos” vamos a estar!!, y no se leen libros más
profundos, porque son poquitos los que serían capaces de
entenderlos, asimilarlos o digerirlos. Para que eso no
ocurra:”Lo mejor es no leer nada”.
Acabo de tener acceso a unas encuestas sobre este asunto y
uno se queda sorprendido cuando la “progresía”
especialmente, a niveles superiores a Bachillerato,
escasamente en un 10% lee tres libros al año, fuera de su
trabajo habitual, que puede ser estudiar.
Y entre los estudiantes de Bachillerato, fuera de lo
obligatorio de clase que, a veces tiene el refuerzo desde
Internet, el 90% no leyó nada más en todo el curso.
Con esta base, con estos presupuestos, no se les puede decir
que hagan un buen comentario de textos, un buen ejercicio de
redacción, comentar con sentido un tema de política actual o
escribir una carta.
Se han quedado perdidos en el mar de las dudas, eso sí, han
bajado a su teléfono móvil la última canción que será un
éxito en el verano, pero nada más. Es lo que tenemos hoy.
|