Ha calado hondo en medios
empresariales casablanqueses el rumor de una “invasión
comercial” China, si bien los hechos hoy por hoy no parecen
corresponderse con la realidad. Si en conjunto China es
actualmente el décimo proveedor de Marruecos, las
importaciones chinas solo representan el 3% y las
exportaciones marroquíes han aumentado el año pasado más del
100%. La hábil estrategia china está empleando como cabeza
de puente a grupos europeos establecidos en el país, por
ejemplo en el sector del automóvil a través de la empresa
Madiva, filial del grupo francés GBH; los vehículos chinos
son un 20% más económicos que sus competidores y, según
fuentes de los concesionarios, podrían durante 2008 copar el
10% del mercado nacional marroquí.
Ciertamente China, con criterios empresariales de largo
alcance y sin el estigma “colonialista” colgado a toda
iniciativa europea, está desembarcando con fuerza en África,
empleando en el operativo un “savoir faire” y una mano
envuelta en guante de seda. Así y para los próximos años
China ya ha anunciado un monto de 20 millones de dólares
destinado a proyectos de infraestructuras y financiación
comercial, en clara equivalencia cara a los proyectos de la
Unión Europea destinados al continente africano entre 2008 y
2013: 20 millones de euros, 5,6 millones de ellos para
infraestructuras. China equipó recientemente con gigantescas
grúas el superpuerto Tánger-Mediterráneo, cercano a Ceuta,
además de posicionarse durante 2006 en el emergente mercado
del ferrocarril controlado por la ONCF gestionando el gran
túnel que enlazará Sidi Kacem con la imperial villa de
Mekinés, dejando a dos velas a sus competidores franceses,
españoles y canadienses, mientras se lanza en diálogo
directo con Rabat cara a copar las exportaciones de fosfatos
y cobalto del país, además de las… naranjas marroquíes. El
avance chino me era confirmado el mes pasado, durante una
cena en un conocido restaurante, por el parlamentario y
secretario de la “Chabiba” (juventudes) del PJD, Abdelaziz
Rebbah, jefe del departamento de informática del ministerio
de Comercio entre 1993 y 1995 y, entre 2005 y 2007,
encargado de misión después del Primer ministro, Driss
Jettou: “Europa -España la primera- debe tomar nota de que
China va camino de convertirse en un socio estratégico de
primer orden en Marruecos”. No hace falta decir que escuché
sus palabras con la misma atención que cuando abordó el
estado actual de las conversaciones sobre el espinoso y
complejo tema de la presunta “marroquinidad” de Ceuta y
Melilla, “con naturalmente todas las garantías para los
ciudadanos españoles”.
Las autoridades chinas suelen poner como contrapartida el no
reconocimiento de Taiwán, política que a Rabat puede venirle
como anillo al dedo al extrapolar en las mismas coordenadas
diplomáticas el aislamiento por Pekín (miembro del Consejo
de Seguridad de la ONU) de la RASD y el Frente Polisario.
Las relaciones diplomáticas entre Rabat y Pekín se remontan
a 1958 si bien no es hasta hace unos ocho años, tras el
advenimiento al trono de Mohamed VI, cuando empezaron a
ganar en profundidad. La República Popular China cuenta con
un total de 200 millones de musulmanes, albergando en su
seno toda una provincia disidente: Xinjiang.
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