Diversos profesionales y estudiantes ligados al mundo de la
Arqueología se reunieron ayer en Ceuta, con motivo del ‘I
Curso teórico-práctico de arqueología antropológica’, que se
desarrollará hasta el próximo sábado y en el que el tema
central fue la tanatoarqueología, una nueva disciplina de
estudios de los yacimientos en necrópolis que pretenta
importantes avances y se usa en Estados Unidos, Francia y
Reino Unido, pero que en España aún no se ha puesto en
práctica.
Los huesos que se esconden bajo la tierra en yacimientos
susceptibles de salir a la luz en prospecciones tienen
muchas historias que contar. Pero los arqueólogos, aquellas
personas que se afanan con pico y pala en arrojar luz al
pasada desde las entrañas de la tierra pierden información
por el camino en el momento en que encuentran huesos. Los
restos óseos se mandan directamente al laboratorio, “luego
los arqueólogos nos perdemos determinadas informaciones y,
si estudiáramos nosotros estos restos, podríamos
analizarlos”. Así lo afirma Victoria Peña, trabajadora del
Museo Arquológico Nacional y arqueóloga de la empresa
Arqueotectura, firma que lleva a cabo distintos trabajos de
rehabilitación de patrimonio histórico como la Puerta de Fez
y que ha organizado hasta el próximo 28 de junio el ‘I Curso
teórico-práctico de arqueología antropológica’, un curso que
fue presentado ayer en el salón de actos de Murallas Reales
por el arqueólogo municipal, Fernando Villada.
Peña, que colaboró en el evento con la ponencia ‘Tafonomía
antropológica y arqueotanatología. La información sobre el
terreno’, expresó que en el campo de la tanatoarqueología
“se han hecho avances importantes en el estudio de los
huesos y su localización en la excavación”, pero que “aún”
no se han aplicado “suficientemente” en las excavaciones
actuales. Se trata de empezar a difundir esta disciplina, un
trabajo de campo en las excavaciones de necrópolis. Sin
embargo, “normalmente cuando un arqueólogo encuentra un
resto óseo en una excavación arqueológica, los rutinario es
recoger los huesos y mandarlos al laboratorio para que los
examinen los antropólogos”. Esta decisión hace que se
pierdan “muchas informaciones por el camino” porque el
propio arqueólogo no se preocupa por conocer a fondo el
contenido de este resto material, sólo de la posición y
localización en el yacimiento. Saber algo de antropología
permitiría al especialista “estrujar toda la información que
nos puede dar un hueso”, cómo y qué comía, cómo se enterró y
si estaba vivo o muerto en ese momento, si padecía alguna
enfermedad, un cúmulo de informaciones “que después se
añaden a las conclusiones de la investigación arqueológica,
enriqueciéndola y dándole vida”, aseveró Peña.
Peña apuntó que, con motivo de este curso, será la primera
que se ofrezca una salida práctica a la metodología
tanatoarqueológica, ya que, si bien se trata de una
modalidad de trabajo que se efectúa con noramalidad en
países como Francia, Reino Unido o Estados Unidos, en España
no se emplea y “los cursos que se ofrecen aquí son meramente
teóricos”. Por ello, las horas prácticas de este foro de
expertos en el pasado se pasaran en el yacimiento que
guardan con celo las paredes de la Basílica Tardorromana,
mientras que las clases teóricas tendrán lugar en el Museo.
|