Me he pasado el día recorriendo
las costas ceutíes en busca de un lugar que cumpla mis
expectativas de baño y pesca.
He topado con el desvío a la zona donde se halla ubicado el
fortín que han dado en llamar del Desnarigado, hoy museo
militar para no ser menos, y confieso que antes de irme a
Barcelona por una larguísima temporada ignoraba la
existencia de tal fortín.
Si bien el acceso está en buen estado, no deja de ser una
pista militar más con sus curvas, fuerte pendiente y
estrechez de calzada. Mi amigo, que me acompañaba en ésta
ocasión llevándome en su coche, se las vio y se las deseó
por no encontrarse con otro vehículo que subiera la
pendiente. Como no iba precisamente a visitar el museo,
decidimos continuar por la “pista” hasta el fondo del
barranco donde encontramos la explanada de la pomposamente
llamada Cala del Desnarigado. Una cala que creía parecida a
las que se encuentran en cualquier rincón de la Costa Brava
o de las Baleares pero que no es lo que creí.
Esa cala del Desnarigado tiene, antes de entrar en la playa,
una zona estupendamente pavimentada con paso directo a
través de escaleras a la orilla del mar, pero… ¿por qué
siempre tienen que existir los peros? Esa zona, que suponía
de estancia temporal de bañistas, se ha convertido en una
zona de camping perfectamente aprovisionada. No existen
carteles que indiquen que es zona de acampada.
El colmo de ésta situación está en que el acceso propiamente
dicho a la playa esté ocupado completamente por una familia,
con toldo de lona incluido, y barbacoas por doquier sin el
más mínimo respeto a las ordenanzas sobre prohibición de
encender fuego en la naturaleza.
Aunque la playa no deja de ser una copia de parte de la del
Sarchal, con sus piedras y su musgo tiene unas perspectivas
de atractivo turístico a menos que se preocuparan nuestras
autoridades de adecentarla de acuerdo con los cánones de
supuesta bandera azul. En Catalunya, y no precisamente en la
Costa Brava, acostumbran a extender una auténtica alfombra
de arena en aquellas playas cubiertas de cantos rodados y
piedras espectaculares. Suelen sacarla del fondo del mar
mediante inmensas aspiradoras que trasladan la arena a las
bodegas del barco y luego la sueltan en auténticos chorros
sobre el lugar que se desea cubrir ¿por qué no hacemos lo
mismo con determinadas playas ceutíes?, la gente bañista lo
agradecerá eternamente, si es que viven así: eternamente.
Lo único malo, bueno no tan malo como suponemos, es que el
agua es demasiado fría como para estar un buen rato buceando
a cuerpo. De pesca, bien, algunas doradas despistadas suelen
acercarse a la zona y mordisquear un rato el cebo hasta que
se enganchan con el anzuelo. De vez en cuanto un pececillo
chulo se pasa de rosca y queda enganchado. No hay más
remedio que soltarlo y devolverlo a su medio ambiente.
Las escarpadas orillas de la zona son un aliciente para los
que tiene el espíritu aventurero, de manera doméstica, y
quieran pasear a punta de roca. No tendrían nada que
envidiar a las orillas de la Costa Brava si no fuera por la
cala misma. Una cala repleta de roca menuda, mediana y
grande. La mayoría en forma de balón de fútbol disparado y
cazado fotográficamente en el cénit del disparo.
Comernos unas tortillas de patatas y unos emparedados de
lomo con queso supuso la gloria de los pequeños… y de los
grandes. Lo malo era el pedrusco que se clavaba en salva sea
la parte. Sin embargo encontramos varias sillas de plástico,
con la marca de fábrica de la Pepsi-Cola impresa en el
respaldo y de un llamativo color azul que no me extrañaría
que los pobres inmigrantes las divisaran desde sus pateras
si no fuera que por esa parte no vienen.
Esas sillas de plástico resultaron ser “propiedad” de la
numerosa familia que acampaba en la enorme terraza
pavimentada. Una terraza transformada en terreno privado,
con “chalets”, toldos, fogones, despensa muy bien surtida…
Bien está lo que bien acaba. Pesca: una docena de peces que
tuvimos que devolver al mar por carecer de las exigencias
establecidas para que vayan a la sartén. Baño: buen momento
cuando el calor aprieta y el cuerpo excede su cocido. Niños:
se lo pasaron bomba con tantas muestras de la naturaleza
agreste. Yo: me voy a la siesta totalmente quemado por un
sol sin justicia.
|