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sociedad - SÁBADO, 21 DE JUNIO DE 2008


El tenis de mesa una de las actividades. ep

inmigración
 

Esperando el turno

A día de hoy, en el CETI hay 58
personas solicitantes de asilo y tres pendientes de marchar a la Península
 

CEUTA
Sergio Cobos

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Si el mundo fuera tan pequeño como la pelota con la que juegan al tenis de mesa los residentes del CETI, tal vez el camino hasta el sueño dorado español que se vende en las tierras subsaharianas no sería tan largo y complicado. Ayer, 20 de junio y Día Internacional del Refugiado, el calendario marcó una fecha que nos recuerda el gran número de personas que se agolpan en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Ceuta huyendo de una situación insostenible y de peligro en su país de origen, una vida amenazada por los peligros de guerras civiles o perseguidos por su condición de homosexualidad o ideas políticas.

Actualmente, las 514 plazas del CETI están ocupadas por casi tres centenares de personas procedentes de diferentes lugares del mundo, si bien en su mayoría son de origen subsahariano: Chad, Mali, Sudán, Niger, Somalia,... son algunos de los puntos de partida de miles de almas que expiran el último aliento en un duro camino hacia ese sueño de oro que ven en los medios de comunicación, una caminata que, en ocasiones, les puede llevar hasta cinco años y por el que pagan el sueldo de varios familiares. Collins Méndez emprendió el camino desde Somalia hace cuatro años. “Partí de casa en el año 2004 y, a lo largo de ese tiempo, vi morir a mucha gente en el camino”. Los primeros 200 kilómetros lo hizo a bordo de la camioneta de su tío y, “ya en la forntera, mi tío me dijo adiós y se dio la vuelta”.

Desde ese momento, recorrió a pie, en tren y en coche Sudán, Chad, Mali y Niger, hasta llegar finalmente a Marruecos. Ya en el reino alauita permaneció “cerca de dos años, estudiando el terreno con un hombre del Magreb y recibiendo clases de natación”. Y es que Collins usó hace cuatro meses la misma técnica de entrada con la que cada semana una media de cinco personas entran en territorio español por la puerta trasera, nadando desde Beliones.

Joseph fue seducido por la misma esperanza de una vida mejor. “Quería estudiar y en Zimbawe no podía y somos muy pobres”. Sabe que hay mucho más tras el CETI, pero “incluso en este centro de internamiento, tenemos un centro de salud, análisis de sangre, y actividades de formación antes de cruzar a la otra orilla”, expresó este veinteaño de mirada brillante.

En ocasiones, encontrar una vida mejor no el motivo de la llegada, sino escapar de una situación belicosa, como la vivida en el Congo. “Vi cómo mataban a mi padre”, comentó Gabriel, de 23 años, que vive en el Centro de Estanacia Temporal de Inmigrantes desde hace 6 meses. Emprendió el camino hace dos años, yendo de Kinsasa hacia Congo Brazaville, Gabón, Niger, Argelia y, finalmente, Marruecos, desde donde cruzó a España provisto de aletas y traje de neopreno. En el Congo deja a su madre y dos hermanos pequeños, a los que irá a ver, dice, “cuando haya reunido el dinero suficiente trabajando como electricista”, algo a lo que ya se dedicaba en su ciudad natal.

La figura del refugiado

Bajo la consideración de refugiado se agolpan aquellas personas que se encuentran fuera de su país natal, al que no puede regresar debido a una persecución o a un temor fuertemente fundamentado de persecución por razones de raza, religión, nacionalidad, o pertenencia a un grupo social en particular u opinión política.

En total, el Ministerio del Interior resolvió 6.946 solicitudes de asilo el año pasado, en las que tan sólo 204 personas, cerca de un 3,14 por ciento, obtuvieron el estatus de refugiado. Asimismo, 340 recibieron la protección complementaria a través del artículo 17.2 de la Ley de Asilo, que recoge una autorización de residencia y trabajo, pero sin contemplar el principio de “no devolución”. Estos datos derivan del último informe de la comisión Española de Ayuda al Refugiado, que destaca que el Gobierno de la nación desestimó el resto de peticiones por inadmisión a trámite, un total de 4.127, mientras que 1.570 lo fueron por resolución desfavorable o por la aplicación del Reglamento de Dublín, que exige que los demandantes de asilo hagan en los países por donde entraron a la Unión Europea.
 

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