Y con ella todo tipo de
especulaciones y de estadísticas, aunque mirando unos
intereses que pocas veces son auténticamente intelectuales.
A lo largo de los muchos años que llevamos ya en la
docencia, hemos visto, precisamente en esta época, todo lo
que puede verse antes de unos exámenes que se consideran
vitales para el futuro de los jóvenes que se están
examinando.
Sin embargo, creo que pocas veces se es objetivo al analizar
este tipo de pruebas, que sirven para que el que las pase
pueda entrar, entre otras cosas, en la Universidad, pero que
no garantizan ningún tipo de futuro ya asegurado.
Y luego vienen otros problemas, que todavía tienen una base
más pícara, como pícaras son las actuaciones de relumbrón en
nuestras tierras, y es aquello de inflar unas notas, para
que luego el que se examina, con esa serie de sumas que hay,
y pocas o ninguna resta, pueda pasar la prueba mejor.
Lo de inflar las notas es una “trampa” que se ha dado desde
tiempo inmemorial en determinado tipo de centros que querían
mantener su clientela, esto es alumnado, que pagara bien,
para así mantenerse mejor. Con esto, es curioso, había
examinandos de primera división y los había de regional,
dándose la circunstancia de que algunos de los de 2ª,
intelectualmente, tenían una base más sólida que aquellos
que se presentaban con el traje de última moda, porque papá
tenía dinero para el traje y para que el”nene” estudiara
donde “se calificaba más alto”, pero lo que nunca lograban
era cambiar la mentalidad del chaval.
Y esto no ha terminado. Recuerdo que el pasado año, en esta
misma columna, recogíamos unas impresiones salidas desde la
Facultad de Medicina de Salamanca, donde se quejaban de que
dicha Facultad estaba casi repleta con estudiantes que no
eran de aquel distrito universitario, porque en algunas
zonas cercanas tenían la “sana costumbre” de calificar alto
a los alumnos que luego, en la nota final, cuando se pedía
una determinada puntuación los salmantinos se quedaban fuera
o tenían que ir a otros distritos, mientras llegaba la
invasión de zonas limítrofes a estudiar Medicina a
Salamanca.
El alboroto que se armó, especialmente en los medios de
comunicación, fue grande y más al ver que eso aparecía en un
periódico, que no era de la zona, sino de Ceuta, que dista
más de 600 kilómetros de la ciudad charra. Pero es así y
así, parece que, seguirá en muchas partes.
Con estas perspectivas y dejando de lado lo anterior, como
mera anécdota, que habla por sí misma, lo que deben saber
quienes se están examinando ahora de la Selectividad es que
están dando un paso más, que salvando eso no se les han
cerrado ciertas puertas, pero que tampoco les abre de para
en par cualquier camino, porque ayuda, es necesario, pero
luego habrá que salvar otros muchos pasos que vienen más
tarde.
Es el problema de la competencia, una competencia necesaria,
pero una competencia que sólo será legítima si todos tienen
las oportunidades cortadas por el mismo rasero. Si no, la
competencia es desleal.
Y ahora que tanto se habla de la paridad, veo una nota en la
prensa del lunes en la que se dice que el 60% de los
aspirantes a selectividad son mujeres. Espero y deseo que se
quede sólo en eso.
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