Junto a obras escogidas de Ibn
Arabí y Teilhard de Chardin, metí en la bolsa de viaje
algunas notas sobre los planes nucleares de la República
Islámica de Irán, a fin de estudiarlos con calma fuera del
mundanal ruido. Las releí a la luz de un candil, en las
inmediaciones de una “kasba” derruida donde vivaqueé
plácidamente acompañado de las sombras y los ruidos de la
noche, afirmándome en dos percepciones: primero, la
persistente negativa del régimen islamofascista de Teherán a
negociar con la comunidad internacional, ¡nunca tuvieron
intención de hacerlo!; segundo, las inaceptables
consecuencias que se abaten sobre la región (y la paz
mundial) cuando el agresivo y milenarista régimen de los
ayatolás consiga hacerse, después de todo con armamento
nuclear.
Aquí, en la lejanía de la montaña y saboreando un té con pan
de casa y miel natural, me sube como un pálpito una pavorosa
posibilidad, pues desde el triunfo del fascista Jomeini la
República Islámica de Irán no ha dejado de alentar el
terrorismo islamista de forma interpuesta. Armamento atómico
en mano, Teherán podría estudiar la forma de proporcionar
alguna que otra bomba a cualquier célula terrorista para ser
utilizada en suelo israelí, europeo o norteamericano…
lavándose las manos y maniatando con ello la capacidad de
respuesta de Occidente, confuso ante la autoría intelectual
de la masacre. ¿Política ficción…? ¡Ojalá!. El pasado 15 de
abril tenía lugar en París el primer encuentro del “Grupo de
Planificación de la Iniciativa Global para combatir el
Terrorismo Nuclear”, puesto en marcha por los Estados Unidos
y Rusia y al que ya se han sumado más de cincuenta países,
reunión precedida de otros importantes encuentros en Ankara
y Rabat, éste celebrado a finales de octubre de 2006. En
Marruecos se siguen con especial preocupación los intentos
de organizaciones salafistas yihadistas (no solo la
franquicia terrorista de “Al Qaïda”) para adquirir
materiales nucleares, aunque solo fuera en su etapa más
rudimentaria con los que ensamblar algún tipo de “bomba
sucia”, es decir cualquier explosivo clásico contaminado con
productos nucleares. Un Irán nuclear solo haría aumentar las
posibilidades de una amenaza terrorista ya real, como han
demostrado los casos de científicos paquistaníes en 1999 y
2001, el del sirio nacionalizado español Setmarian o el de
la central nuclear sueca de Oskarsham.
Todo el día cayó un sol de justicia sobre estas tierras: al
norte el Atlas Medio, con sus altiplanos rocosos, cimas
cubiertas de bosques, lagunas y verdes valles por los que
discurre la vida de la población trashumante bereber; hacia
el sudoeste (Uarzazate) o en dirección Rachidia y Erfud, la
geografía se vuelve más predesértica; la historia y los
asentamientos humanos son también diferenciables,
respirándose otra impronta. Mañana les contaré el pateo por
el circo de Jaffar, a 2.250 metros de altura. Tan sólo sé
que estuve otra vez allí y que, como nos advierte
genialmente André Malraux, “No fue ni verdadero ni falso,
solo vivido”. Las cosas son como son y vienen como vienen,
¡en manos estamos del destino!; no se calienten inútilmente
la cabeza, amigos: disfruten, cada día, del insondable
misterio de la vida huyendo del agobio de preguntas sin
respuesta antes de emprender el gran viaje hacia el país de
nunca jamás.
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