La pasada semana ha sido, desde mi
perspectiva particular, una de las más movidas de todo lo
que llevamos del año.
He de citar tres de los aspectos que a mí, particularmente,
me impactaron más, por orden inverso a esas situaciones.
En primer lugar el “No” irlandés al Tratado de Lisboa, que
pone a la Unión Europea en una situación crítica y muy cerca
del precipicio. Y es que cuando dependiendo de un solo
miembro se puede romper todo lo que hayan decidido los
demás, llegamos a donde estamos llegando. Primer varapalo a
la Europa de los “ricos”.
El segundo punto de la movida semana estuvo en la huelga de
los camioneros, una huelga dura, de la que se ha informado
con mucha parcialidad, en ciertos medios, y que cogió medio
dormido al Gobierno, que no esperaba lo que ha habido.
Luego, cuando ya el chaparrón era fuerte, sonaron todas las
alarmas y se detuvo, bueno lo que se ha detenido, con una
fuerza que no parecía propia del PSOE, sino de otros grupos,
tildados desde la izquierda de menos “progres”. Y hay una
pregunta que se han hecho muchos ciudadanos ¿Si hubiera sido
el PP el que en una huelga como esta hubiera respondido como
ha respondido el PSOE, qué respuesta, opinión o crítica
hubiera tenido desde el propio PSOE?. Es una pregunta que
nos lleva a decir:” no es lo mismo predicar que dar trigo?.
Y el tercer punto de esa loca semana nos afectó muy de
cerca, cuando el pasado martes por la mañana una alumna me
llamaba y me decía que había fallecido el padre de una
compañera.
La noticia, por lo que representaba y por lo inesperada, me
afectó profundamente, y mucho más cuando al llegar al
tanatorio me encontré con esa chiquilla, alumna mía, una
buena alumna y mejor persona, que había sabido reaccionar
con serenidad ante aquella desgracia.
Estábamos ante una verdadera desgracia por la forma y por lo
que ahora venía, aunque afortunadamente la juventud hoy, una
parte de ella, también sabe reaccionar cuando le llegan los
momentos duros.
Este momento lo era, muy duro, pero esta jovencita veía,
allí, en el tanatorio como los compañeros de su padre, ya
muerto, estaban. Sí allí estaban muchos guardias civiles,
muchos miembros de ese honroso cuerpo, que sabe estar con
los suyos siempre, como en este caso, y con los que nada
tienen que ver con ellos cuando la ocasión lo requiere.
Sentí en ese tanatorio una verdadera emoción al ver la
serenidad de una chiquilla, que en aquellos momentos
difíciles en lo único que pensaba era en ser ella la que
tenía que ayudar a su madre, al tiempo que sabía
sobreponerse y entre esas dificultades no arrojaba la toalla
de los estudios.
No lo puedo negar, con alumnos de ese tipo se puede ir a
cualquier parte y más todavía al ver como apoyaban los que
han compartido curso en un compañerismo ejemplar, que
debiéramos considerarlo modélico para todos los demás.
Veíamos también, ya lo he dicho, a muchos de los compañeros
del hombre que había fallecido, a aquellos que había tenido
el mismo uniforme y que hasta el último instante estaban con
su amigo.
Amistad, compañerismo, seriedad y saber estar en los
momentos necesarios es lo que ha distinguido a la Guardia
Civil, que en este caso, especialmente, era un apoyo moral
para esta chiquilla, que inesperadamente había perdido a su
padre. Una desgracia, a veces, sirve para poder valorar
otras cosas. Ya lo creo.
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