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OPINIÓN - SÁBADO, 14 DE JUNIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

En la hora del adiós
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Todos los años por esta misma época se dan una serie de circunstancias que parecen calcadas, o tal vez el eco del año anterior.

Atrás ha quedado un curso, atrás han quedado unos compañeros, atrás quedaron unas clases que no siempre fueron las que más se deseaban.

Los alumnos, con ver unas notas aceptables, la mayor parte, piensan que cumplieron con sus objetivos. Los profesores hay veces que hubieran deseado unos rendimientos mayores que no se lograron por multitud de circunstancias.

El paso por un colegio es circunstancial y efímero, por un instituto es algo parecido, aunque para alumnos y, también, para profesores cada año queda algo que marca un poco el devenir en la enseñanza.

Es cierto, y los muchos años en la docencia así me lo han marcado, que no se termina un curso con una satisfacción plena. Se podía haber hecho algo que ya no se podrá hacer nunca. Se podrían haber enfocado ciertas actitudes por otro camino y eso ya no se podrá repetir. Nos hemos equivocado, pues, pensamos en muchas ocasiones.

Conocer el ambiente ayuda mucho, pero es tan difícil conocerlo de verdad ..., querámoslo o no hay una generación o dos de diferencia entre docentes y discentes, entre profesores y alumnos, con lo que muchas veces, aunque con palabras similares no estamos hablando la misma lengua, como no se viven los mismos problemas. Es el correr del tiempo y es el pensamiento que avanza, pocas veces retrocede, hacia unas metas que jamás se llegarán a conseguir.

Por eso, los primeros días del final de cada curso sentimos un vacío especial, nos falta algo, y nos falta algo que no vamos a poder reconquistar.

Hemos dicho “adiós” a quienes estuvieron muchas horas con nosotros, a quienes en algunos casos fueron casi nuestros confidentes, nos separamos de quienes nos pudieron crear problemas, pero nos ayudaron, también, en los momentos que todos necesitábamos ayuda.

Al pasar unos días todo se habrá quedado en el recuerdo, en la añoranza y en el “otros vendrán en el lugar de estos”, como yo seré otro distinto para quienes el pasado año no tuvieron nada que ver conmigo.

¿Y las amistades? Esas dicen que no se pierden, pero aquí se relajan, se van evaporando y al final no queda nada. Es lo que se ve en la lejanía.

Amistad, amistad puede existir en un aula, y no es para menos, Sócrates un maestro excelente nunca habló de maestro y discípulos. Él habló de amigos, unidos por ese amor común en busca del saber.

Queda muy lejos aquello. Hoy eso ya no se lleva, los progres de nuestros días prefieren otras actitudes mucho más fáciles y rentables, por lo que cuando creías que había una amistad seria y sincera descubres que eso era papel mojado, rechinas los dientes, reniegas del avance de la globalización y dices en muchos momentos:” este no es el mundo que yo quería”.

No sé si hay nostalgia, no sé si cansancio o verdad en lo que hemos escrito, pero es la hora del “adiós”, o hasta luego, ya veremos en qué queda.
 

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