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OPINIÓN - SÁBADO, 14 DE JUNIO DE 2008

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Vándalos estúpidos

Describe la Real Academia de la Lengua Española al vándalo como aquel hombre o mujer que “comete acciones propias de gente salvaje y desalmadas”. Estúpida, por su parte, es aquella persona que acostumbra a tener una “torpeza notable en comprender las cosas”. Ambos adjetivos encajan como anillo al dedo para pintar el peril de aquel o aquellos que ayer por la tarde, no teniendo otra cosa mejor que hacer, decidieron probar su puntería con uno de los bañistas que se encontraba en la Playa de La Ribera disfrutando la jornada festiva que ayer regaló a los ceutíes San Antonio. El susodicho, porque al final es uno el que decide lanzar la botella de agua, la piedra, el salivazo, a los que están bajo él, de una forma cobarde, acertó con su objetivo y lió un considerable jaleo en pleno centro de la ciudad. No fue, a pesar de todo, lo peor que podía pasar: tranquilamente podría haberse cobrado con su gracia la vida del hombre que, ajeno a lo que se le pasaba por la cabeza a varios vándalos estúpidos unos cuantos metros por encima de él, tuvo la desgracia de recibir el golpe y convertirse en protagonista involuntario del día. Paradójicamente, nadie vio nada ni pudo hacer nada más que intentar atender al herido a pie de playa, aunque parece difícil que una tarde como la de ayer el desalmado no tuviese a nadie cerca que, por un mínimo sentido de responsabilidad cívica, contribuyese a su detención o identificación. Tampoco se vio durante el suceso a ninguno de los famosos vigilantes de la playa incorporados este año a la plantilla de Amgevicesa, aunque sí a un cuidador de barriadas y a muchos miembros de Cruz Roja-Ceuta, que volvió a dar una muestra fehaciente de su capacidad de respuesta. El cuarto de hora que el agredido tardó en recuperar la consciencia deberían tomárselo, al menos, los responsables políticos y policiales para evitar que ir a tomar el sol o un baño a La Marina se convierta en un deporte de riesgo. No todo se puede evitar, porque necios irresponsables los habrá siempre, pero alguna forma tiene que haber de prevenir mejor que un día suceda una verdadera desgracia.
 

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