Las informaciones son confusas,
algo grave ha pasado en la madrugada del sábado aunque, en
general, la prensa marroquí cierra filas como en La Legión:
“con razón o sin ella”. Por un lado el canal televisivo ‘Al
Yazira’, al que en la editorial del lunes el oficialista ‘Le
Matin’ tildaba de ser “una máquina de propaganda”, anunciaba
la existencia de entre 8 y 10 muertos durante duros
enfrentamientos, dato confirmado a la baja por el Centro
Marroquí de Derechos Humanos (CMDH), mientras los hospitales
locales rechazan oficialmente la existencia de víctimas. Por
otro las autoridades marroquíes niegan la existencia de
fallecidos, si bien reconocen la delicado de la situación y
los tensos encuentros policiales con los activistas de la
ONG Attac Maroc y la Asociación Nacional de Diplomados en
Paro (ANDCM) que, desde el pasado 30 de mayo, bloqueaban el
acceso al puerto de Sidi Ifni paralizando la vida en la
ciudad y realizando actos vandálicos. En palabras de Khalid
Naciri, ministro de Comunicación y portavoz del gobierno,
“Los poderes públicos han hecho prueba de una gran paciencia
durante una semana, pero era urgente restablecer el
funcionamiento normal del puerto para evitar una catástrofe
económica y ecológica”. Así era, en la villa se amontonaban
86 camiones con 800 toneladas de pescado en precarias
condiciones.
Las fuentes concuerdan en la existencia de dos centenares de
heridos entre los manifestantes y las fuerzas del orden así
como de posibles desaparecidos (al menos 150 personas
habrían sido arrestadas), tras brutales cargas policiales
que recuerdan las vividas en Sefrú el 23 de septiembre
pasado, seguidas en Sidi Ifni de pillaje, torturas y hasta
violaciones en casas particulares. También alertan de la
militarización de esta pequeña y estratégica ciudad
enclavada en el Sáhara Occidental y que, para el Reino de
Marruecos, forma parte de sus “Provincias del Sur” tras la
entrega por España el 30 de junio de 1969. Se habla de un
vuelo incesante de helicópteros a baja cota por la región y
de un importante despliegue de unidades fuertemente armadas
de la Gendarmería Real y de las Fuerzas Auxiliares del
general Laânagri, así como de centenares de habitantes que
huyen mientras pueden a refugiarse al amparo del “yebel”
Bulaalam. Los indicios apuntan a un virtual estado de
excepción y a una villa asediada, divida en dos por las
fuerzas del orden y con los accesos cerrados. Entre los
manifestantes pudieran encontrarse dos corrientes: por un
lado diplomados en paro, nativos del lugar y descendientes
de los marroquíes llegados tras 1970; por otro corrientes
amazighs sensibles al discurso independentista del Frente
Polisario, que habría enterrado recientemente minas
antipersonas en la localidad de Amgala, localidad del sur
marroquí fronteriza con Argelia en una operación que
violaría el acuerdo de alto el fuego de 1.991
Los últimos altercados en Sidi Ifni se remontan a septiembre
de 2008, cuando una parte significativa de la población
protestó contra el fraude en las pasadas elecciones llegando
a ondearse, en algún momento, la bandera española, acción
que irrita particularmente a las autoridades marroquíes y
que también es “normal” ocasionalmente en otras ciudades del
Reino, como en la luminosa Alhucemas.
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